Definitivamente, tenemos lo que merecemos o lo que nos quieren dar. El hecho de ver en la prensa nacional que Cuauhtémoc Blanco, jugador de fútbol se ha “lanzado” para ser candidato a alcalde de Cuernavaca, Morelos, debe movernos a una seria, muy seria reflexión.
Una de sus contrincantes es una actriz, Laura Zapata, lo que nos dice que ya este tipo de gente que vive del engaño y el espectáculo ha incursionado en la política porque lo consideran un buen negocio.
El “Cuau” es un jugador que hace mucho vio pasar sus mejores momentos; importante en su tiempo, hoy es un hombre maduro y más que pretende jugar un deporte que la juventud atesora y privilegia como prioritario. No tiene ya los reflejos ni otras habilidades, pero sigue explotando el morbo de la gente y el consumismo del que somos objeto. La señora actriz tiene tiempo que no sobresale en papeles estelares y hoy por hoy busca posicionarse en una chambita que le deje buenos dineritos a sus cuentas.
Es denigrante ver este tipo de cosas, más denigrante resulta el que lo permitamos, porque, finalmente, quienes tenemos la culpa somos los propios electores que no exigimos a los partidos políticos el respeto que merecemos. Somos conformistas y nos quejamos en redes sociales por el abuso que hacen de nosotros, pero en la práctica no hacemos nada por merecer ese respeto.
Cualquier sujeto puede lanzarse y no pasa nada; por eso permitimos que sigan también apareciendo los mismos personajes de hace veinte o treinta años, como si viviéramos en una sociedad que no tiene jóvenes y nuevos valores. Los mismos nombres o en algunos casos los “juniors” de esos que depredaron presupuestos en aras de ser “servidores públicos” o “representantes populares” y que, a decir verdad, ni una ni otra cosa, porque lo único que bien hicieron fue servirse y asegurar el futuro de ellos, sus hijos y sus nietos, en una insultante actitud de enriquecimiento brutal y descarado, deshonesto e ilegal que no se castiga en este país con nada.
El más claro ejemplo lo vemos con el hermano del ex presidente Carlos Salinas de Gortari, a quien vimos se juzgó porque mandó matar, robó, falsificó documentos, y hoy se pasea cínicamente en un vehículo de coste inimaginable para cualquier persona que se precia de trabajar.
Es el México que tenemos, y da pena la verdad, ver la manera en que se maneja.
Nos dicen una cosa y vemos otra.
Es también el tiempo en que tenemos diez partidos políticos que jugarán las diputaciones, pero a decir verdad, lo que juegan es estar dentro del presupuesto federal y seguir cobrando privilegios que no se ganan con ninguna acción.
No podemos explicarnos por qué un grupo de inconformes hace un nuevo partido y así, el mismo grupo de discípulos de Alí Babá se reparte el botín en dos o tres partidas.
Que el futbolista quiera hacer labor altruista es bueno, pero para ello tiene su profesión o actividad, y para esas cosas puede desarrollar una serie de actividades sin burlarse de sus conciudadanos.
Y de este tipo de ejemplos está llena la política: hartos los ciudadanos de ser objeto de acciones de esta naturaleza, pero no hay una respuesta que pueda hacer que nos respeten como ciudadanos, como electores o como mexicanos.
No concebimos como una buena acción el hecho de convertir los partidos políticos en botín de unos cuantos, olvidando la naturaleza de su existencia y creación, dejándose llevar por intereses nada compartidos con los que habitamos los pueblos y ciudades.
Los ciudadanos merecemos respeto, y si bien es cierto que no nos lo damos, al menos podrían disimular un poco y dejar de ser lo que son, aparentando que nos son necesarios, para que tengamos una preferencia electoral futura.
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