No cabe duda que esperar las obras es difícil, sobre todo para quien resulta directamente afectado por la falta de éstas o porque no se ha logrado encausar la petición formal a las instancias adecuadas.
Muchos de los victorenses estamos ya urgidos de que concluyan las obras de lo que se llama “el ocho de ocho”, porque se han prolongado por casi 60 días más de cuando se debieron concluir, por distintos motivos, siendo uno de ellos el de las lluvias, sin embargo, y sin conocer a fondo el proyecto –lo confesamos- entendemos que se ha ampliado también el rango de las mismas.
Nos habían comentado que llegarían del Libramiento Naciones Unidas hasta el boulevar, y ahora han ampliado hasta la calle de Baja California, en un tramo que, sinceramente, no entendemos por qué se extendió, ya que a quienes vivimos cerca de ahí nos ha ocasionado una serie de trastornos, y los que faltan, porque cerraron algunos accesos que funcionaron por años. Los mal pensados dicen que hay motivos materiales suficientes para pensar en ello, y otros, más optimistas consideran que hacía falta.
El caso es que aparte de la mencionada obra hay otras que pensamos pudieron resolverse también con prontitud; un claro ejemplo es el acceso a Villas del Rocío, conjunto habitacional que se encuentra cercano al complejo de seguridad pública, allá por el Camino a La Libertad, y que realmente se encuentra en condiciones paupérrimas: peor que un lugar en guerra –de misiles y bombas, no de la cotidiana- y se encuentra imposible para acceder.
La gente que vive en ese lugar ha buscado otra alternativa que también padece unos 100 metros para llorar por el estado en que se encuentra, y así podemos enumerar una centena de accesos a colonias que, al menos, podrían haber pasado una retroexcavadora o una aplanadora o una máquina de ese tipo para tratar de emparejar un poco el lodo que bajo el pretexto de los veneros surge de las aguas que circulan a diario por las arterias de la periferia.
Es muy molesto e indignante circular y ver la manera en que los vehículos se atestan de lodo y se ensucian en un minuto, aunado al problema del aflojamiento de piezas, porque tanto bache afecta las unidades motrices.
Eso, sabemos, no lo paga nadie más que el dueño del vehículo que padece estos accesos que siguen siendo un buen proyecto, pero nada más.
Se podría pensar en atender las demandas de estos grupos ciudadanos y dar respuesta adecuada a sus necesidades de vialidad, insistiendo en que si no hay para asfalto o pavimento, al menos que se pudieran aplanar un poco para paliar los daños que sufren nuestros muebles.
Es muy fácil criticar a la autoridad y no nos gusta hacerlo cuando sabemos que hay una serie de demandas ciudadanas pendientes de atender, pero nos gustaría ser escuchados al menos para que supieran donde no hay alumbrado suficiente y existen riesgos de actos vandálicos, donde hay fugas de agua al por mayor, o donde el pavimento es una total y verdadera desgracia.
En una de las colonias aledañas al C-4 optaron por atender las calles con algo parecido al concreto hidráulico, obra muy cara pero que durará muchísimo tiempo y permitirá eficientar el gasto, porque se hace una sola vez, y no cuando llegan con cuadrillas de asfaltadores que aplanan casi a mano y a las pocas horas se ha levantado todo.
Muchos de nosotros batallamos para obtener y cubrir un crédito automotriz, con la esperanza de tener un vehículo mejor al coste que sea, y duele mucho ver que en cada bache queda una parte de nuestro patrimonio.
Somos de la idea de que hay que atender los requerimientos de la autoridad para poder exigir, razón por la que entendemos que se puede solicitar un poco de cuidado en éstos. Urge, realmente urge una mano a estos accesos. Nos gustaría que nos concedieran un paseo en nuestro automóvil, por esas calles, para que supieran lo que sentimos los que nos enojamos en cada paso de agujeros llenos de lodo, piedras y muchas cosas más. Al menos, pensamos que podrían entender un poco más nuestras necesidades.
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