Los escándalos que protagonizan son dignos de alimentar a uno de los burdos y corrientes programas de la peruana Laura Bozo, quién si abordara las grescas que se arman en el ámbito político, seguro que se inclinaría por el Partido Acción Nacional de Tamaulipas.
Ella los sentaría en el banquillo de los acusados y los dejaría hablar sin censura, al fin y al cabo los panistas de esta entidad se matan solos y eso le regalaría más “raiting” al programa de la controvertida abogada andina.
Ellos, reúnen todas las características que exige el programa número uno de la televisión comercial, porque son bravucones, belicosos, traicioneros, pedantes y porque tiran la piedra y esconden la mano, por eso Bozo no necesitaría conducir, como lo hace, una masacre de esa categoría, porque los azules se encargarían solos de aportar el valioso y morboso material que al público reclama.
Y es que en Tamaulipas el PAN carece de pies y de cabeza, porque su dirigente, José Alberto López Fonseca, lo dejo huérfano para buscar nuevos horizontes, algo a lo que, por supuesto, tiene derecho.
De las últimas jaranas que han protagonizado los panistas destaca la de José Salvador Rosas Quintanilla, quién renunció a las filas azules como diputado local y se declaró independiente, porque fue golpeado y humillado por sus compañeros de bancada en el Congreso de Tamaulipas, lo que le produjo una severa depresión.
Y es que antes de los golpes le mojaron la oreja con saliva como los hacíamos los escolapios en nuestros años de calentura y, luego, lo amenazaron para que no denunciara los hechos, algo digno los pandillerillos de barriada.
Fueron los medios, si siempre los medios, los que profusamente manejaron el incidente, pero algunos lo ridiculizaron, porque es tanta la ingenuidad y la bipolaridad de algunos panistas, que insisten en ponerse de pechito.
Esto, a López Fonseca no le produce gracia, mucho menos carcajadas, porque le preocupa que dejó a un corral con varias ovejas descarriadas que están dañando a su instituto político, cuando se está en la puerta de una de las elecciones más importantes en Tamaulipas.
Un tanto discreto y como simple espectador, el líder con licencia se lamenta que se registre altercado tras altercado, aunque suele dar algunos consejos para intentar frenar esta avalancha que afecta al PAN en el umbral de los comicios federales.
Y es que callado, pero efectivo, López Fonseca siempre procuró y logro que la unidad hacia el interior de su partido fuera su carta de presentación y, eso, ahora, está en entredicho.
Fue mediante la armonía que colocó, cuando fue dirigente, a diez diputados locales, a ocho federales, a ocho alcaldes y cosechó 600 mil votos en Tamaulipas para Josefina Vázquez Mota, ex candidata presidencial, por eso hoy ve con tristeza que su partido se escurre como el agua entre los dedos.
Claro, es, que eso también lo mortifica, porque él busca una diputación federal y el PAN en Tamaulipas, con tanta barahúnda, está por echar sus sueños por tierra.
Decía Don Homero Díaz Rodríguez, ex aspirante del partido oficial a la gubernatura de Tamaulipas, que en el PRI las cosas se arreglan en casa, no como en otros partidos, entre ellos el PAN, donde se desgarran las vestiduras como quinceañeras que se disputan a un novio.
Y él tiene razón porque ahora el PAN.
Se aferra en aplicarse, el harakiri.
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