Ya se maneja en diversos ambientes y niveles: la reelección en nuestro país está a la vuelta de la esquina, sin embargo, hay aspectos que se debieran de analizar muy a fondo para no caer en esos viejos vicios de la política que tanto daño han hecho al país.
Se criticó, por ejemplo, la permanencia del Partido Revolucionario Institucional por 70 años, y luego se ha criticado la docena trágica del Partido Acción Nacional, cuando la delincuencia se apoderó de una nación con hambre de progreso y la sumió en un total caos. Se critica todo lo que huela a duradero, sin embargo, en contraparte, nadie dice nada de un líder telefonista que se ha hecho viejo junto con toda su descendencia en la nómina de Teléfonos de México, o de esos viejos vividores que cobijados en un sindicato o agrupación viven sin trabajar: Martín Esparza es un claro ejemplo de ello, o el mismo Andrés Manuel López Obrador, a quien no se le conoce alguna actividad que el proselitismo político, pero nada productivo que permita pensar que devengan un salario.
Líderes de la CTM que tienen años; en Tamaulipas hemos visto caer a muchos de ellos: en el sexenio de Manuel Cavazos cayó Diego Navarro, Agapito González, Pedro Pérez Ibarra y otros que tenían prácticamente secuestrado al estado con sus caprichos y demás.
Hoy, se pide la reelección de los diputados e inclusive alcaldes. ¿Hasta donde será buena la medida?
Entendemos que nadie debe hacerse permanente en el poder, en el cargo, porque no es saludable: se precisa que llegue sangre nueva, ideas progresistas y cambiantes, y no los mismos enunciados y vicios de toda la vida.
En el caso de la Universidad Autónoma de Tamaulipas, siempre hemos defendido la idea de que debe el rector en turno dirigir la máxima casa de estudios tamaulipeca un solo período, y que éste debe ser de seis años, a manera que se puedan cumplir proyectos y demás. Igual en el gobierno estatal o municipal.
Suponemos que sería saludable que los alcaldes estén en el cargo quizá cuatro o seis años, sin derecho a reelección, y con la obligatoriedad de hacer un trabajo competente: dejar de manejarse esa idea de que llegan únicamente a hacerse ricos y utilizar como trampolín las alcaldías para buscar diputaciones, senadurías e inclusive, la gubernatura en turno.
No creemos que sea saludable –nuestro particular punto de vista- el que se reelija nadie en un puesto de elección popular, y eso permitiría que prepararan cuadros capaces de seguir sus proyectos políticos y administrativos, con otro nombre de titular, pero las mismas ideas, para que no se tenga que gastar doble, porque ya ve que somos finos para eso de que un acontecimiento de lo que sea se hace humo cuando llega el nuevo mandatario: como si lo de su antecesor siempre apestara. No creemos que sea bueno tampoco.
De forma tal que suponemos que la idea de fomentar la reelección debe quedar fuera de cualquier agenda política, y en este caso, sí procedería, en forma conjunta de todos los partidos políticos, que hagan una consulta popular.
Seguros estamos que no aprobaría la sociedad una medida como la anterior, y apostamos doble contra sencillo.
Es cuando, pensamos, se debe actuar con responsabilidad ciudadana y no permitir que se tomen decisiones partidistas sino sociales: que quienes deciden en las Cámaras tengan la madurez y capacidad para captar el sentir de sus representados y no de sus dirigentes de partido. No son tiempos para jugar al cacique encubierto, sino que vivimos tiempos en que hay que sacar lo mejor de cada uno de nosotros para hacer que México pueda crecer.
No pensamos que sea buena idea reelegirse, por muy buena que sea la administración o gestión en turno.
Hay gente nueva que viene empujando con ideas frescas, modernas y acordes a lo que necesitamos.
A los viejos, -en sentido no peyorativo- que se les aproveche su experiencia, pero que permitan que la sangre joven tome las decisiones que competen a sus tiempos, pues.
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