El sector Salud en México se maneja en una forma que pensamos debe actualizarse en base a las necesidades de la población y no a decisiones técnicas que se toman muchas veces por los informes que se tienen sobre tal o cual padecimiento sin saber si es real la situación que se vive o es totalmente diferente.
Entran en este sector las clínicas y hospitales de la Secretaría de Salud, el Instituto Mexicano del Seguro Social, el Instituto de Seguridad y Servicios Sociales para los trabajadores del Estado y otras instancias más.
A nivel local entran, por ejemplo, el servicio de la UPYSSET –Unidad de Previsión y Servicios Sociales del Estado de Tamaulipas- para otorgar la prestación más socorrida de los últimos años en el mundo entero.
En ese sentido, hay una lista de medicamentos que se otorgan en forma libre a los derechohabientes y sus familiares; en el caso de padecimientos como hipertensión arterial o diabetes mellitus, los medicamentos se han vuelto muy obsoletos y se han desarrollado nuevas fórmulas y cosas que coadyuvan en una mejora en el resultado final, y, sobre todo, en la calidad de vida de cada uno de nosotros.
En ese sentido, la industria más perversa del mundo que es la farmacéutica desarrolla muchas opciones. La diabetes tiene, por ejemplo, dos nuevos tipos de insulina, la que no generamos en nuestro organismo y estamos obligados a proveer.
Treziba y Victoza se llaman, y tienen una fórmula muy nueva que está haciendo realmente mejoras en importante cantidad de gente. Gracias al buen tino del médico internista y a la disciplina, aunado al medicamento, hemos logrado entrar en ese control perdido hace ya varios años y que ahora ocupa la factura principal de una existencia que debe salir avante.
El caso es que hay nuevos hipoglucemiantes, nuevas insulinas y nuevos y novedosos tratamientos; el problema son los costes: cada uno de éstos nuevos fármacos cuesta mucho dinero, y por lógica, no está en el cuadro básico por ser de nobel distribución.
En el caso de la hipertensión, ya no se trata con el famoso Captopril únicamente: hay también otras opciones que están ya en el mercado, pero todo lo anterior constata la tesis de que para estar muy enfermo hay primero que hacer dinero, mucho dinero para enfrentar lo que significan estos tratamientos.
Sin embargo, la mejora es muy significativa y el estado de vida cambia totalmente. En ese sentido, la inversión impacta en cualquier presupuesto familiar, de ahí la importancia de que alguien pueda influir para que se modifiquen los contenidos del cuadro básico de Salud, y se actualice para que podamos tener acceso a lo que se requiere.
Se propondrían candados para no tirar el dinero, como el que se justifique el uso y resultados: de otra manera, no se debiera aceptar.
En España puede usted surtir su receta en cualquier farmacia: no hay oficina de compras y no generan entonces vicios conocidos por todos; además, el método permite acudir a donde uno desee y garantiza también precios más justos, porque no habría forma de que se alteren cuentas. Las cajas de medicinas tienen un sello que el farmacéutico desprende y es la única forma existente para poder pagarle. De no adjuntarlo a la factura, Sanidad no da curso al pago correspondiente, y se evitan engaños, porque ninguna caja tiene dos sellos.
Somos de la idea de que se proponga en una iniciativa la forma en que se revise el contenido del cuadro básico, al menos una vez al año, por un comité de especialistas o en base a las actualizaciones internacionales, y se establezca por decreto la forma de cubrir estos pagos a los laboratorios o farmacias. De esa forma, el Sector tendría mayor control de sus medicamentos, un mejor resultado que impactaría en los índices de morbilidad y mortalidad positivamente, y obviamente, la garantía de que los usuarios tengamos la medicina necesaria, la actual, la que realmente necesitamos y no otras que no sirven de mucho.
Eso sí nos gustaría, y beneficiaría, de un solo golpe, a millones de mexicanos: prácticamente a todos, o al menos unos 90 millones.
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