Sentados en una mesa de un centro comercial, en la capital tamaulipeca, dos hombres degustaban unas gorditas TOTA mientras conversaban sobre los acontecimientos violentos que se viven en todo el país y en los cuales se ve el involucramiento de algunos políticos con personas peligrosas.
Los comentarios estaban basados en lo que se ventila en los medios de comunicación, lo que escuchan en la calle, lo que ven en las redes sociales, porque, eso sí, a pesar de que se les calculaban más de 70 años ambos traían sus tabletas electrónicas y se compartían la información que encontraban.
Hablaban del caso de Guerrero, de los normalistas, de que no encuentran al alcalde de Iguala, Guerrero, del cambio de gobernador, de los estudiantes desaparecidos, ambos decían que lo sucedido no tiene nombre, bueno, ellos lo mencionaron con otras palabras que van relacionadas con el ser que los trajo al mundo.
Del Alcalde de Iguala y su esposa, ya señalados por la Procuraduría General de la Republica como culpables de la desaparición de los 43 normalistas, coinciden en que el sistema los está protegiendo, les está dando tiempo porque así les conviene.
Con respecto al gobernador interino de Guerrero, ROGELIO ORTEGA, comentaban que el cambio de mando en ese Estado era el verdadero fin de todos los acontecimientos violentos, que es el cambio de grupos delictivos confabulados con el sistema lo que se buscaba y que ya logrado el objetivo aparecerán los 43 muchachos, vivos o muertos, pero aparecerán pronto.
Sería muy triste que así sucediera, que las palabras de los hombres se convirtieran en realidad porque entonces descubriremos que estamos ante un problema peor, los mexicanos comprobaríamos que vivimos en completa indefensión porque los intereses de los poderosos, oficiales y no oficiales, es lo que cuenta y esclaviza a la Nación, por lo tanto, ojala que solo sea percepción de los señores.
Los dos hombres coincidían en que todo lo que se vive es producto de años y años de malos gobiernos que han sido la causa de la descomposición social, que el problema no es exclusivo de un extracto social sino que ha pegado en todos los sectores, unos por ambición, otros por comodidad, y los más pobres por necesidad y la verdad hay demasiados indicios como para que la mayoría de los mexicanos así lo piensan.
La conversación estaba entretenida, tanto que pedimos otro café para seguir escuchando la plática de los vecinos de mesa, ellos muy adentrados en su análisis igual no les importaba que les escucharan o, quizá, esa era la intención, porque tocaban el tema con mucha enjundia.
Uno de los Señores dice, “ todo es un mugrero, mucho político malnacido, estoy en contra del aborto pero en el caso de ellos mejor hubiera sido que su madre no los hubiera parido, así no habría tantos delincuentes”, el otro contesta, “ los hubieran tirado”, pagan la cuenta y se retiran.
Las últimas palabras de los dos señores seguramente son de rabia, de coraje, impotencia porque la verdad no se cree que un ser humano que le duele el dolor ajeno pueda pensar en quitarle la vida a un recién nacido, eso no es de DIOS.
Por ejemplo, ayer en el basurero municipal de Altamira se encontró el cuerpo de una pequeña niña entre los desechos, desnudita y no hay indicios de quien haya cometido tal barbaridad, es donde nos preguntamos, ¿qué clase de madre puede ser capaz de hacerlo?, el nacimiento de un hijo es un acto divino, un regalo del cielo, pero eso es lo que vemos con naturalidad en nuestra sociedad, malnacidas.
Al respecto de la bebé, el encargado de servicios públicos municipales dice es imposible que sepan si la madre de la pequeña es de Tampico, Madero, Altamira, tampoco se puede saber cuáles fueron los motivos que la obligaron a cometer la barbarie, pero nada tiene justificación.
Nadie reclamo el cuerpo de la pequeñita, no se sabe si se le dio cristiana sepultura, lo único que sí está claro es que la inocente criatura no tuvo madre que la quisiera.
Es ahí donde se difiere con los comentarios de los señores porque la vida de un niño es sagrada, se debe proteger y respetar, es obligación de los padres educarlos, llevarlos por el camino del bien, de las instituciones, la obligación es brindarles condiciones adecuadas para su sano desarrollo, para que el día de mañana sean hombres y mujeres de bien, sin que nadie les vea como malnacidos y dignos de mandarlos al tiradero.
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