Siempre se valora a la gente que tiene mucho que ofrecer a los demás; los médicos, los profesionales de la medicina tienen una función en la sociedad que no se iguala con nada, porque son los encargados de mantenernos saludables, con la participación personal y única de cada quien, pero ellos, con su conocimiento y actitudes nos ayudan a estar bien. Así de claro.
Y cierto: pasó el día del médico oficialmente, pero nosotros hemos tenido algunas situaciones personales que nos hacen a veces envolvernos en la problemática individual que las fechas se desajustan. Hoy queremos recordar a esos hombres de quienes dependemos en una gran parte.
Los que vivimos con una enfermedad crónico-degenerativa permanente como es la diabetes mellitus entendemos la importancia de contar con un buen profesional de la medicina que asesore nuestras acciones y nos permita apoyarnos con sus conocimientos en la base que lleva a un estado de vida saludable.
En la vida encontramos personajes que son muy significativos y que se dedican a esta actividad: el primero de ellos, Ayax Iván Ochoa Romo, médico cirujano, gastroenterólogo, proctólogo, egresado de la Escuela Médico Militar, significó la diferencia entre estar y no estar, entre la vida y lo que pudo haber pasado antes.
Algunos de ellos han pasado por nuestra existencia y dejado imborrables huellas: Alejandro Enríquez León aparte de sus conocimientos en su especialidad, ha sido el mejor médico de la vida que hemos tenido durante más de cuarenta años: siempre presente y pendiente. La gratitud es eterna, lo será siempre, y dejará una gran huella como lo ha hecho.
Pero ya en nuestra etapa como miembros de este maravilloso estado, tenemos presente alguna cantidad de nombres que brillan por su calidad humana: Alejandro Tirado Saldívar, Eduardo Méndez Monreal, Guillermo Félix, Carlos Guillermo Morris Garza, y un grupo importantísimo de urgenciólogos, médicos generales, con espacialidades diversas que nos han permitido seguir con vida en muchas ocasiones, y otras, que somos lo que somos gracias a su consejo.
Especial mención merece Jorge Gil Cortina Flores, quien se ha significado muchas veces como el referente entre un médico humano y uno que trabaja por trabajar. Existe la diferencia entre el que se involucra con su profesión y el que lo hace por un salario. El médico humano y que siempre tiene el consejo adecuado, además de haber sembrado dos excelentes y maravillosas semillas al servicio de la comunidad: Jorge y Aminta, también excelentes profesionales de la medicina.
No se puede dejar de pensar en Daniel Llanas Rodríguez y el primer contacto de calidad en lo referente a la diabetes, ese mundo al que pertenecemos hace más de dos décadas; sus conocimientos fueron la base para nuestro desarrollo como pacientes con esta enfermedad, al día de hoy, incurable.
Y también es justo reconocer en Ricardo Arias la calidad humana y profesional que ha logrado revertir lo que durante más de seis años fue el más terrible sufrimiento que nos llevó a un descontrol con consecuencias casi fatales: el daño en la vista y los nervios que hoy nos ocupan.
Es Ricardo Arias la diferencia entre padecer diabetes y vivir con diabetes. Sus conocimientos nos han sacado avantes y eso, señor doctor, nunca se olvida, y es bueno que lo sepa.
Jairo Sánchez Uriegas es parte de ese grupo a quien se le deben tantas cosas, como el poder seguir disfrutando de la visión. Jairo y Elías son dos excelentes oftalmólogos cuya calidad humana va más allá del servicio cotidiano o institucional. Su corazón vale más que muchas cosas de la vida. Reconocer es justo.
Y así, podríamos seguir mencionando a muchos más: Jorge Salinas Treviño, Vicente Joel Hernández Navarro y su enorme y bondadoso corazón y conocimientos, Héctor López González, y la mención especial para el siempre inolvidable Eric Alfonso Amador Guevara (+), el médico, el amigo, el hermano.
Mucho que agradecer, poco espacio para hacerlo. Un reconocimiento para todos, tarde, pero para nosotros día del médico es todo el año.
Dios les bendiga a todos ustedes. Hoy y siempre.
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