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Sección: Editoriales / Entre Nos

Tiempo de campañas

Por: Carlos Santamaría 25/10/2014 | Actualizada a las 17:09h
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Las campañas políticas han iniciado, aunque la verdad sea dicha, lo hicieron hace meses con la acción de varios aspirantes de todos los institutos políticos; la victoria en las urnas no se puede definir con unos cuantos días en que los que llegan a la recta final hacen todo su esfuerzo por convencer.

Tenemos que entender ya que no debe ganar un candidato carismático o uno que nos lleva mejores regalos. No: por ahí no va la cosa.

Los candidatos tienen una plataforma electoral que debe ser congruente con su política partidista y las necesidades de la ciudadanía. Lo vivimos todos los días, y si nos prometen cosas que no pensábamos no serviría de nada: hay algo más que eso.

Sucede, por ejemplo, lo que en las campañas universitarias: somos de la idea de que deben cambiarse los estatutos y reglamentos en la Universidad Autónoma de Tamaulipas y las direcciones de unidades y facultades deben ser asumidas con la responsabilidad de la rectoría y no de la comunidad universitaria en general.

Pensarán algunos que somos enemigos de la democracia, sin embargo, hay que poner las cosas en su lugar y entender que la educación es responsabilidad de la rectoría y los cuadros directivos.

Nos parece inadecuado que los miembros de la comunidad estudiantil decidan quien los dirigirá, o que determinen cual debe ser el contenido del plan de estudios: no es su papel, porque el papel de éstos –los estudiantes- es el ir a prepararse para una mejor calidad de vida a través de su desempeño profesional.

Hay casos en el país en que los estudiantes quieren decidir quién será su director, cuales serán los períodos de clases y vacaciones y todas esas cosas que no deben ser consensadas sino instrumentadas con el rigor que se necesita.

Es como si los estudiantes no estuvieran de acuerdo en ser evaluados y pidieran que se anulen los exámenes, que se cambien las fechas o contenidos.

Se supone que los planes de estudio e investigación se desarrollan en base a las necesidades sociales; se nos pide a los investigadores ser congruentes con nuestra línea de investigación y las necesidades del país y el estado, como debiera de ser.

Si alguno no está de acuerdo, que proponga nuevas líneas y listo. Pero no entendemos que se pidan tiempos más extensos para una campaña o para que un candidato convenza a través de recorridos por los salones.

Hay que estar conscientes de que no se trata de un concurso de popularidad ni nada por el estilo: la televisión aquí no juega y no debe ganar el que sea más carismático, sino el que ofrezca mejores resultados académicos y de vinculación con la sociedad.

Debe cambiarse, desde nuestra óptica, el procedimiento, y somos de la opinión de que el director de cualquier unidad académica debe surgir del consenso de los profesores y responsables de la calidad que debe existir, con el visto bueno de la rectoría, a quien se debe exigir todo el apoyo para el cumplimiento de las necesidades, convertidas entonces en líneas de acción.

De esta forma se acabaría con muchos problemas y grillas que nada dejan de bueno a la educación superior.

Hay que ubicarnos en lo que debemos hacer: los investigadores, a investigar y trascender en base a su trabajo; los directivos, a administrar todo tipo de recursos existentes en bien de la educación y formación profesional; los estudiantes, a prepararse para un mejor futuro y dejarse de andar en los recorridos que les alejan de la cátedra.

Los empleados deben cumplir la función para la que fueron contratados.

Y la rectoría, marcar las pautas de acuerdo a las necesidades del estado, apoyar a sus directivos, entregar los recursos correspondientes y pugnar porque haya más donde más se necesita.

Pero se debe prescindir, creemos, de campañas de popularidad: la educación no requiere popularidad: requiere resultados y gente que se incorpore con calidad al aparato productivo. Esa es la misión de la universidad… o debe serlo.

Comentarios: entrenos@prodigy.net.mx

Carlos David Santamaría Ochoa,

(México, D.F., 1957) Licenciado en Relaciones Públicas, Maestro en Trabajo Social y maestro en Comunicación; Doctor en Comunicación y Periodismo por la Universidad de Santiago de Compostela (Galicia, España). Diplomado en periodismo y en locución ( U.A.T.) Periodista desde el año de 1979.

Jefe de fotografía del periódico El Heraldo de México (1979).

Ha colaborado en los diarios locales El Mercurio de Tamaulipas, El Diario de Ciudad Victoria, La Verdad de Tamaulipas y en revistas como Poste Restante, A quien Corresponda, entre otras. Fue corresponsal del diario El Nacional, de la revista Época de México y de radio grupo ACIR. Fotógrafo profesional desde el año de 1978.

Fue jefe de prensa del Instituto Estatal Electoral en Tamaulipas y del Hospital General de Ciudad Victoria. Actualmente se desempeña como profesor de periodismo y fotografía en la licenciatura en Ciencias de la comunicación, en la Universidad Autónoma de Tamaulipas, donde también colabora como investigador.

Es presidente de Vive con Diabetes, A.C., dirige y conduce el programa de radio Al Día en Radio UAT.

Recientemente publicó su primer libro: Diario del Camino, Unidos por la Diabetes.
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