El caso de un joven gallego que fue a estudiar a la Universidad de Extremadura es para llamar la atención: Javier Rodríguez, un joven de 19 años no puede continuar sus estudios porque no alcanza el dinero, está muy endeudado y tendrá que abandonar los estudios de licenciatura.
Dice la nota: “Para este curso no ha logrado aprobar el número de créditos suficiente que le permiten disfrutar de una beca (haber superado el 90% de los créditos matriculados o tener al menos 6,50 puntos de nota media)”: nada imposible o inalcanzable, pensamos.
Nos lleva a la reflexión acerca del otorgamiento de becas de cualquier tipo: locales, federales o de instancias educativas e inclusive privadas. Tradicionalmente, se entregaban estos apoyos a alumnos de nivel académico sobresaliente y que no contaban con los recursos para estudiar: se prostituyó el sistema a nivel general y hoy en día muchos muchachos de buena posición económica estudian con becas muy generosas, y otros que realmente no tienen recursos deben conformarse con los pocos pesos que les dan para medio-estudiar y medio.-comer, porque no alcanza para más.
Durante años se becó a deportistas y miembros de grupos artísticos con la salvedad de que se gestionaban todas las facilidades posibles para que aprobaran y no perdieran su famosa beca. Nada más injusto que lo anterior, porque sabemos que, históricamente, ha habido parásitos en las universidades que están becados.
El caso del joven gallego es interesante porque en los comentarios le exigen que se deje de quejas y se ponga a trabajar, porque vivió un año como estudiante promedio: fiestas, reuniones, convivios y escuela.
Hay que entender muy precisamente: las becas son para que uno pueda estudiar y no existe pretexto para no hacerlo. El joven se gastó más dinero del que le enviaban y ahora tiene que pagar, y culpa de alguna manera a las autoridades porque no alcanzó a cubrir los créditos académicos necesarios. Dicen algunos que le pedían aprobar el 50 por ciento de lo cursado, es decir, dos materias como mínimo con calificaciones superiores al 6.5 en general, es decir, son muy generosos allá, porque en nuestro terruño les piden algunos promedio de aprovechamiento de 8 puntos, y otros, hasta 9 o 95 exigen para que cualquiera tenga acceso a estas becas.
Es el problema de muchos jóvenes que van a estudiar al extranjero: se dedican a las fiestas y reuniones, a conocer y tener vivencias más, olvidando que el principal motivo de su estancia allá es el estudio: lo dejan al último y luego ya no pueden alcanzar las calificaciones necesarias.
¿Injusto? No tiene el estado obligación de mantener a nadie que no sepa estudiar y más cuando se piden ¡Cuatro materias! para cursar: nada del otro mundo.
Tenemos casos en la Universidad Autónoma de Tamaulipas de quienes han ido a hacer lo que llamaba el ex rector José María Leal Gutiérrez “turismo académico”, y se está pugnando por acabar con esa mala práctica.
Durante el presente rectorado de Enrique Etienne Pérez Del Río se está privilegiando a los que realmente lo merecen, y esa es la exigencia de cualquier alumno; no podemos tener alumnos de excelencia becados por Conacyt, por ejemplo, y que no puedan concluir los estudios de posgrado por la falta de su tesis, atrasando su proceso de conclusión en uno o dos años. Leyó bien: ¡Dos Años! Y no hay resultados.
Debe exigirse el otorgamiento de más becas, más apoyos, pero que sea realmente selectivo y se deje de apoyar a quien no lo merece. Es poco el dinero destinado a este rubro como para que se lo lleven turistas o vividores de universidades que buscan el apoyo oficial.
Somos de la idea de que se exija este tipo de privilegios, pero que se merezca realmente: que los alumnos pugnen porque se les condonen pagos o se les de para ir a estudiar fuera, pero que sea, en primera instancia, justo porque luego los mandan “con una mano adelante y otra detrás”, argumentando que solamente son apoyos. No nos engañemos, es para que puedan responder adecuadamente.
Que se les den todas las facilidades a cambio de una sola cosa: que cumplan responsablemente con su estudio: no van de paseo, van a estudiar al extranjero: para eso hay que apoyarlos, pero con merecimientos, si no, que se les quite todo.
Mejores estudiantes, más apoyos, pero un justo merecimiento de ambas partes, sobre todo, de esos que se quejan y no son capaces de obtener buenas notas.
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