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Sección: Editoriales / Anecdotario

Duelo de palancas

Por: Javier Rosales 20/10/2014 | Actualizada a las 09:29h
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Apenas las manecillas del reloj se fundían en un fuerte abrazo en punto de las 12 horas y ella arribó al lugar ataviada con su clásica guayabera color hueso y pantalón café.

Luego, se anunció para sumarse a aquello que se asimilaba a la larga fila de las tortillas.

Docenas de maestros la observaban curiosos, pero ella, indiferente, revisaba un folder entre sus manos y de vez en cuando volteaba hacia todos lados como buscando a alguien.

En minutos, un joven moreno y diminuto se le acercó y le dijo: “Es por acá maestra”. Reaccionó y fue conducida hacia un escritorio dónde se detuvo para firmar algo que luego ocultó en su carpeta.

Sonriente y, satisfecha, regresó al lugar original y se frenó en la puerta, donde un hombre maduro le cedió el asiento. “Por favor maestra, siéntense”, la invitó aquel sujeto, a lo que ella asistió con la cabeza.

Apenas si depositaba su frágil cuerpo cuando una secretaria le dijo: “Adelante maestra, el señor la espera”.

En esa plática con el jefe ella se tardo si acaso 30 minutos y posteriormente salió de la oficina despartiendo saludos y abrazos entre quienes la habían reconocido aquel mediodía de un miércoles, como si añorara sus viejos tiempos de campaña.

Ni siquiera, Doña Magdalena Peraza Guerra se percató que algunos maestros captaron su salida de la Dirección de Recursos Humanos de la SET con su celular, quizá para conservar la foto del recuerdo.

Abandonó el lugar y dos minutos después un señor de edad avanzada, de piel rojo cobrizo y de escasa cabellera, se detuvo en la puerta de la misma oficina, miró con insistencia su reloj y gastó su tiempo en hojear  de pie algunos periódicos gratuitos que lucían desordenados sobre un escritorio.

“Hasta que hora me va a recibir este cab….”, balbuceaba constantemente, mientras se rascaba la cabeza molesto, desesperado, confundido entre aquella masa humana de maestros que agotan parte de su día para que el jefe los atienda.

Curiosos, como ellos son, algunos mentores se preguntaban quién era aquel personaje bien vestido, erguido y distinguido, hasta que uno de ellos lo identificó.

Se trataba, nada menos, que del décimo segundo regidor priísta de Mante, Antonio Guevara Martínez, un ex capitán de la Armada de México, quien acudió al lugar para hacer un trámite que le absorbió algunas horas de aquel miércoles.

El maestro que me narró este suceso y que me mostró las fotografías que captó con su celular, desconoce si Don Antonio logro o no su objetivo de hablar con el jefe, porque, desesperado, mejor abandonó el lugar.

En su memoria, Don Antonio guarda el recuerdo de haber sido el Jefe de Seguridad de un Secretario de Educación nacional con Miguel de la Madrid Hurtado, pero existe algo más llamativo, como lo es que es el padre de Alejandro Guevara Cobos, el Coordinador de Giras del Presidente Enrique Peña Nieto.

Si se ve de esa última manera, la pregunta que salta es: ¿Quién tiene mayor estatura. Doña Malena o Don Antonio?.

Doña Malena es una mujer que ha demostrado que le hace honor a su segundo apellido cuando de guerra se trata.

Y Don Antonio, tan solo con esa palanca que tiene en casa resulta infantil que aún no tenga derecho de picaporte en las oficinas gubernamentales de Tamaulipas, porque su trayectoria como militar, pesa.

O: ¿Será artificial el poder que se ha acreditado su hijo Alejandro, firme prospecto para una diputación federal o para la gubernatura de Tamaulipas?..

¿Quién de los dos es más?.

O: ¿Quién de los dos es menos?.

Como dice la canción.

Correo electrónico: tecnico.lobo1@gmail.com 

Javier Rosales

Columnista en Tamaulipas. Su columna Anecdotario es publicada en diversos medios de comunicación.
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