Cada ocasión que tenemos fenómenos meteorológicos tan significativos como el de este fin de semana, la ciudad padece las lluvias y su infraestructura se debilita considerablemente: no es nada grato circular por calles y avenidas que tienen en primera instancia una cantidad exorbitante de agua y provocan que un gran número de automovilistas circulen a vuelta de rueda: unos, por precaución, y otros, porque no tienen la pericia para circular en condiciones naturales.
Situaciones como la que narramos vivimos durante el domingo por casi toda la zona centro y norte: los bulevares se anegaron y padecimos, además del tremendo tráfico, un viacrucis para adivinar donde estarían tantos baches que se revelan con la lluvia pertinaz.
Hay zonas de la ciudad que prácticamente están convertidas en monte o camino vecinal, con la conformación que les ocupa y que provoca innumerables daños a los vehículos de fuerza motriz, además de los muchos problemas que conlleva lo anterior.
Y es consecuencia de ello que, al término de las lluvias, las autoridades municipales saldrán en cuadrillas a tratar de aplicar un paliativo a nuestras calles, que si bien es cierto, ayudan un poco, no son suficientes estos procedimientos: necesitamos calles adecuadas y eso, para ser claros, cuesta dinero, mucho dinero.
Es necesario ubicarnos como una nación en recesión y un estado que, si bien es cierto tiene recursos como para hacer frente a muchas de sus necesidades, no cuenta con lo necesario que nos permita contar con calles, avenidas y vías rápidas adecuadas a la altura de la capital tamaulipeca.
Procede en estos casos la exigencia hacia la autoridad para que tome cartas en el asunto, pero entender también es necesario que no alcanza el dinero del Ayuntamiento para cubrir estas obras que se requieren, ya que, aunado a ellas, hay que enfrentar las ya programadas con anterioridad y que están en la lista de pendientes de la autoridad.
No es fácil, porque administrar nunca ha sido una tarea sencilla, menos cuando hay poco dinero, y curiosamente, quienes más se quejan de ello son las personas que no cumplen con sus obligaciones básicas en cuanto a pagos tributarios como el impuesto predial y otros.
Pero no es momento de estar quejándose por todo sino entender que se deben buscar soluciones: hacer lo más que se pueda con lo poco que se tiene, que será determinante para tener contenta a una ciudadanía que ve que su ciudad requiere urgentemente una buena mano en cuanto a vialidad se refiere.
La verdad, nos urge un buen dinero para arreglar las calles, y también sería interesante que se pudiera considerar la posibilidad de hacer obra más costosa, con mejores materiales, que pudieran ser resistentes un poco más a los embates del tiempo, ya que aún estamos en esa época de huracanes que afecta principalmente a los estados del Golfo de México.
Comprensión es lo que necesitamos, pero también un fuerte compromiso de parte de la autoridad para enfrentar los reclamos ciudadanos, ya que a nosotros se deben ellos que llegaron al cargo con el voto popular, y es menester cumplir a la ciudadanía y satisfacer sus demandas lógicas.
Verá usted en estos días los recorridos de la autoridad por zonas estratégicas y proyectando la manera en que se atajará el asunto tan problemático que implica contar cada día con una mayor cantidad de calles en mal estado, y saber que los recursos no son suficientes, que falta mucho para poder tener calles a la altura de la capital del estado.
Mucho trabajo viene para la dirección de Obras Públicas y otras áreas prioritarias de la administración municipal, en el entendido que a mayor distancia entre las obras que se requieren y lo que tenemos hoy en día propiciará que haya más desperfectos y éstos no puedan ser cubiertos con toda oportunidad.
Nuestras calles claman atención, y esperemos que se les pueda otorgar.
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