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Sección: Editoriales / Escenario político

Javier Villarreal y el caballo de Troya

Por: Marco Antonio Torres 15/10/2014 | Actualizada a las 15:31h
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Michoacán no es Guerrero, en efecto. Aunque ambas entidades están mancomunadas económica y socialmente hablando.

Los dos son mega estados, casi similares en proporción a Tamaulipas.

Tamaulipas es el séptimo estado más grande en extensión territorial del país, y atrás o adelante de él se encuentra Michoacán. Y luego Guerrero.

Los tres son estados grandes, no tanto como Chihuahua o Sonora pero no son un pequeño rincón.

Aquí toca la casualidad que los tres estados cojean de una misma pata.

La violencia atroz, envolvente y sangrienta que se enseñorea de sus ciudades.

Por ejemplo a Tampico los periodistas allende las fronteras la llaman la cuidad gótica, comparándola con el lugar donde sentó sus reales Batman, y que se caracteriza por ser ciudad modernista, donde se dan los más crueles ataques contra la humanidad.

En el comic famoso, sobresale un fenómeno, la crueldad humana.

Es una alegoría ciertamente pero con lección muy clara.

Tamaulipas, Michoacán y Guerrero son ejemplo del modernismo y progreso.

Pero detrás de ellos se esconde el flagelo de la muerte masiva.

Lo que el presidente Enrique Peña Nieto ordena para Michoacán no es sino una aspirina, un analgésico que medio alivia el dolor. Más no lo cura.

La prueba está que el hombre de las tinieblas más famoso del submundo, la famosa Tuta, que dice le pusieron ese apodo por narizón, sigue escondido.

Algunos dicen que anda a salto de mata.

Se cree que vive en las montañas o en lo alto de la sierra.  Pero esta teoría francamente es desechada desde el momento mismo en que el famoso delincuente (toda una oscura leyenda, a estas alturas) se da tiempo para subir videos incómodos a you tube.

Cuando resulta que allá por sierra no hay señal de internet. ! Nunca !

El cáncer que invade a la sociedad productiva de Michoacán y Guerrero está matándola lentamente.

En Guerrero sucede algo peor.

Con la desaparición de 43 estudiantes y la muerte comprobada de seis, el presidente Enrique Peña Nieto no sabe qué hacer.

Ángel Aguirre, gobernador por la coalición PAN-PRD y Convergencia por la Democracia sigue gobernando. Muy orondo.

Y el alcalde de Iguala José Luis Abarca por su parte, continúa desaparecido, pero en cálida de tránsfuga.

¿Cuándo dará el presidente Peña Nieto un golpe de timón al caso Iguala?

Ojalá sea pronto. Y ojalá aparezcan vivos los 43 estudiantes de profesorado rurales, que mucho se teme, están muertos.

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La estrategia de Javier Villarreal Terán es ganar tiempo acallando a la prensa, pues está consciente que en este periodo complicado, donde están por tomarse decisiones importantes en el PRI, sus trapacerías deben quedar encubiertas, al costo que sea, incluida la pichicatería.

Trapacería según Word Reference significa ‘artificio engañoso e ilícito con que se perjudica o defrauda a una persona en alguna compra, venta o cambio’.

Trapacería también es sinónimo de fraude o engaño. Y veremos más adelante por qué.

Fraudes, colusiones y contubernios cuando fue secretario de Turismo, en tiempos donde Héctor López González fue alcalde, es poco para la gran mancha corrupta que alrededor del actual delegado federal de la Secretaría de economía en Tamaulipas se entreteje.

Por su parte Héctor López González, a la sazón alcalde del Mante miraba estupefacto la miseria y pobretonería de las obras estercoleras ordenadas para el Mante por el entonces secretario de turismo, Javier Villarreal Terán.

Fraudes que incluyen un exorbitante sobregiro de presupuesto en gastos, tan solo para instalar unas cuantas palapas de techo de asbesto en la Alameda Miguel Alemán Valdés, cuyo costo es valuado en pesos, no en millones, como él en su momento declaró que valían.

Javier Villarreal Terán no se preocupó ni siquiera por preservar la obra invaluable del artista Ramón Cano Manilla, quien hace 60 años extendió un lienzo pictórico en los terrenos de lo que hoy es una olvidada cancha de voleibol en los terrenos de la alameda.

A cambio de eso, de preservarla, ordenó pintarrajerarla por encima con mezcla vil de cal, agua y arena.

Y la convirtió en una pared fría y dura como sepulcro blanqueado.

Aquélla obra de valor millonario fue desaparecida en un santiamén por el entonces secretario de Turismo, quien se declaró -desde entonces- enemigo poderoso de la cultura y las artes.

Animamos a quien dude de la aseveración que aquí escribimos a que despinte por su propia mano la pared lado sur (al lado de la cancha de frontón) de la citada cancha de voleibol.

Comprobará que no mentimos.

Hágalo y confírmelo.

Verá que en el fondo de dicha pared se halla una hermosa obra del desaparecido maestro Ramón Cano Manilla, que fue desaparecida por una mano criminal, la del entonces secretario en la época de Eugenio Hernández.

Fue una preciosa obra de arte, donde se alcanzaban a ver los lápices negros del artista, prueba fehaciente de que era un borrador, preludio de toda obra acabada.

Pictóricamente -en el argot  y en el mundo de los pintores- tiene mayor valor un borrador descubierto 60 años después, que una obra concluida.

Pues en un borrador se detectan técnicas usadas por el artista y el estilo de su lápiz.

En pocas palabras, se llegan a conocer los entresijos del alma y la esencia del artista.

Incluso Ramón Cano Manilla llegó a usar colores en esa obra.

Que por desgracia dejó a medias. Inacabada.

Y que un político mantense vino a matar insensiblemente.

Javier Villarreal Terán sabe que llegando vivo -políticamente hablando- a noviembre, podría estar del otro lado.

Sabe que conservándose incólume, sano, sin lesión ni daño, abriga esperanzas de ser electo candidato a diputado federal por el sexto distrito.

Porque el juego que él juega es igual a intentar poner bozal a la prensa, como si se tratara de perros.

Cuentachiles, Javier Villarreal Terán quiso jugar de muertito, queriéndose meter hasta la cocina del palacio municipal en donde quien manda es el presidente municipal Pablo Alberto González León, a quien quiso verle la cara.

Empero el alcalde no es de los que se dejan mangonear. Ni usar. Su nobleza la hereda de familia, de sangre, prosapia, ascendencia, linaje o como quiera llamársele.

Pero su forma de ser es así, natural, espontánea.

Pero muchos confunden una cosa con otra.

Muchos creen que ser noble es igual a ser tonto o imbécil.

Y no es así.

Pablo González León no es de los políticos que se dejan ordenar por caciques con tufo a polvos de aquellos lodos.

Y Javier, siendo un sedicente cacique, y siendo apoyado por un centenar de sujetos enquistados en las nóminas estatales, municipales y federales sin mérito alguno, entre ellos Alma Rita Morales Moreno, Jorge Anguiano y un sinnúmero de hombres y mujeres chismosas y arguenderas que nada bueno aportan al PRI, cree que las hojas de los árboles bailan al ritmo que él toque.

Francamente se equivocó.

Javier Villarreal Terán, convertido en vil troyano, como los dañinos y mortales virus del mundo cibernético, quiso meterse con todo y su séquito de seguidores, dentro del Palacio municipal.

Para desde ahí operar su candidatura a diputado federal.

Pero fue contenido por la sagacidad de un alcalde joven e inteligente que sabe bien dónde está parado.

Y si alguien osó querer chamaquearlo, al tal le salió el tiro por la culata.

Bien, por ahora es todo, nos leeremos en breve.

adadasdas
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