Hoy es Martes 16 de Abril del 2024


Sección: Editoriales / Anecdotario

A nombre de Sebastián

Por: Javier Rosales 15/10/2014 | Actualizada a las 09:28h
La Nota se ha leído 1721 Veces

Inevitable, resulta, no relacionar lo que sucede en las banquetas de un hospital que hacen las veces de morada temporal y algunos pasajes de mi vida universitaria que para mi fortuna no tuvo desperdicio.

Allá a finales de los 70 en el primer semestre de la Carrera de Periodismo en la UNAM, hoy me viene a la mente el nombre de Lilian Liberman, mujer de ojo azul intenso de origen israelita, enérgica y buena para sacudirle la modorra a quien se deje.

Era, ella, nuestra maestra de televisión y fuerte y quedito siempre defendía su tesis de que el periodista se hace en la calle, no en las aulas ni sentado cómodamente detrás de un escritorio.

Fue por eso que armó un grupo de 10 entre los 40 estudiantes que nos deleitábamos con su cátedra y su belleza y dio la orden: “Tomen las cámaras y se me van a hacer un buen reportaje en las pulcatas de Ciudad Nezahualcóyotl en una noche lluviosa y sin escoltas, como quien dice casi encuerados.

Y así fue, llegamos a un lugar que se asemejaba a las favelas brasileñas, pues el lodo nos cubría hasta las rodillas antes de ingresar a aquel bar repleto de hombres que les escurría el viscoso pulque por su descuidada barba. En realidad aquello apestaba.

Fueron seis horas de deambular entre pulcata y pulcata y en las entrevistas que se hicieron parecía que aquellos parroquianos se divertían, como que sentían importantes o de plano nos daban el avión.

Abandonamos ese lugar casi en la madrugada y horas después el material ya editado fue revisado por Lilian.

Frente al grupo, la maestra observaba con el rabillo del ojo a algunos de mis compañeros que, como dice una melodía de Joaquín Sabina, “no hacían otra cosa más que rascarse la bragueta”.

Ella sonrió y sin más ni más dijo contundente: “Son ladillas”. Luego, ordenó: Que se pongan de pie los que tienen piojos porque se les va a premiar con un punto. “Eso es antidemocrático, le grité”.

“No, es de justos reconocer a los osados”, me contestó.

Viene esto a colación porque para quienes dormimos más de diez noches en la banqueta de un hospital en espera de las buenas o las malas noticias sobre el estado de salud de un familiar, no existe mucha diferencia.

Y es que las garrapatas y los piojillos nos corrían por el cuerpo al tiempo que las ratas nos enseñaban la lengua desde su escondite, todo ello aderezado con el peculiar aroma de agua de riñón.

Pero eso se compensa porque lo rico de ese lugar es que se tejen a diario las más diversas historias que bien le darían vida a un atractivo libro, ya que a las 12 de la noche todos corríamos a apartar un espacio para dormir en el suelo, en razón de que nadie tenía derecho de piso.

Un joven, que provenía de Mante, Tamaulipas, siempre acaparaba el mejor sitio y, es que a diario se acomodaba en un rincón que topaba con una pequeña barda desde donde se veía el paso de los vehículos, por eso entre la raza se decía que no era justo que siempre durmiera en la “Suite presidencial”.

Y fue en ese lugar por donde desfilaron los más sofisticados personajes como un señor que bautizaron como el “Aquí toy”, un anciano invalido que se empujaba con un andador metálico y que gritaba así cuando personas generosas repartían comida para aligerar el pesado día.

Entre ellos, representantes de algunas iglesias, de colegios, de marcas conocidas de golosina, de la Secretaria de Economía y del diputado priísta Ricardo Rodríguez Martínez, quien envió un camión repleto de buena comida.

Un día, arribaron al lugar un grupo de hombres y mujeres vestidos de blanco y de negro con flautas de huevito con machaca que repartieron de inmediato y una chica morenita me ofreció una porción, pero me aclaró: “Esto va a tener un precio”. La mire extrañado y señaló: “Esto te lo cambio por un abrazo”. La abrace y no pude evitar que se me rodaran las lágrimas, porque lo que ellos hacen no tiene cotización.

Y como no citar a aquella señora de voz fuerte y chillona que vendía tacos en un carrito y que a las 5 de la mañana en punto gritaba: “Camilo, Camilo ya despiértate. Eso es para que sientas lo que es estarme jodiendo y chin…y chin…todo el día.

Y como no mencionar los nombres de los doctores Jesús Flores Robles Ricardo Avila, Mariana Herrera, a sus compañeros Avilés, Torres, Tovar, Marroquín y a su compacto grupo de enfermeras que sudaron la camiseta para salvar a mi pequeño nieto Sebastian.

Y porqué no hacerlo cuando se trata del Secretario de Salud de Tamaulipas, Norberto Treviño García Manzo, Gabriel de la Garza, Rodolfo González San Miguel, Vicente Flores Rodríguez y, Blanca Valles Rodríguez y sus colaboradores Joel y Nora Alba.

Y que nos pide el buen amigo César Moisés Aguirre Trigos, cuando al pie del cañón compartió con nosotros la dura experiencia de dormir en la banqueta y despertar en medio de un charco con olor peculiar que provoca soñar que se pernoctó en el 2 Zaragoza.

Sabemos que la vida de César no ha sido sencilla, por eso se adapta con facilidad a las situaciones difíciles que enfrentan sus amigos.

Y vaya también el agradecimiento de mi Sebastián para las maestras Laura, Marichu, Esperanza, Teresita, Lucy, Paquis, Rosy, Lorena y Marta, quienes con su solidaridad y buena vibra hicieron más pasadero el mal momento.

A todos ellos y a muchos más, el agradecimiento de mi hijo Said, de  karina, de su familia, de mi esposa Blanca y en especial de mi Sebastián.

Nuestro corazón es pequeño, pero siempre ustedes ocuparan un espacio privilegiado.

Mil gracias.

Correo electrónico: tecnico.lobo1@gmail.com

Javier Rosales

Columnista en Tamaulipas. Su columna Anecdotario es publicada en diversos medios de comunicación.
adadasdas
HoyTamaulipas.net Derechos Reservados 2016
Tel: (834) 688-5326 y (834) 454-5577
Desde Estados Unidos marque: 01152 (834) 688-5326 y 01152 (834) 454-5577