De a cómo…?

“No permitiré injusticias ni juego sucio; pero, si se pilla a alguien practicando la corrupción sin que yo reciba una comisión, lo pondremos contra la pared… ¡Y daremos la orden de disparar!” Groucho Marx.

LO CLARO: Primero, seamos positivos.

Mucho se ha hablado de la alta eficacia de los países asiáticos, en la búsqueda de ser los primeros aportadores de todo lo que el mundo necesita. Decimos que los japoneses inventan hasta el hilo negro en temas como la telefonía celular y otros menesteres tecnológicos.

Lo que hacen, realmente, es desarrollar y multiplicar lo que ya está inventado.

Pero mucho de lo que ellos hacen, está ligado a la globalización. Es decir, hablan el mismo idioma del mundo.

Para poder ser competitivos, el primer escalón es el tema educativo.

El ser capaz de comunicarnos con otros países, es intrínseco al manejo de idiomas.

Los mexicanos lo hemos visto así. Excepto los estados hermanos de Michoacán y Guerrero, el resto del país ha apostado a que el idioma inglés sea la segunda lengua natural en la educación de sus jóvenes.

En Tamaulipas, recién la Secretaría de Educación del estado, hizo un ‘click’ fundamental en la preparación de los jóvenes de instrucción bachiller.

Con la certificación de 104 profesores que capacitan a su vez a alumnos de distintos planteles (CONALEP, COBAT, ITACE) en concordancia con la certificadora, la Universidad Autónoma de Tamaulipas, habrá un universo interesante de jóvenes que llegarán a cursar la carrera universitaria con una segunda lengua; posicionados de manera más competitiva para enfrentar los retos de ser atractivos para otros mercados, distintos del doméstico.

LO OSCURO: Ahora, lo malo.

La corrupción es connatural al ser humano.

El pueblo de Israel, al ser liberado del dominio faraónico y en ausencia de su guía Moisés (cuando fue a orar); éstos se entregaron al dispendio y a la corrupción del cuerpo. Pues no había ‘amo’ al cuál obedecer.

A su regreso y ante el cuadro desgarrador de ver cómo violaban, mataban, robaban; el viejo sabio acudió a la sapiencia. Establecer ‘por mandato divino’ reglas de moralidad que impidiesen la total aniquilación de su pueblo recién liberado. No matarás, no desearás, no robarás, etc.

Dice el escritor norteamericano Edward Abbey “cuanto más corrupta una sociedad, más numerosas las leyes”.

Mala la comparativa, pues no es el mejor modelo, el norteamericano. Pero su Carta Magna es de cuatro páginas y siete artículos. Más las firmas. La nuestra… sólo 136 artículos. Más reformas.

Y en ese sentido, la sociedad civil ha buscado enarbolar la bandera franca de combate a la corrupción. Convencidos que la principal causa de los males de una sociedad, está ligada a los fenómenos de las desgracias sociales (corrupción).

El caso concreto de la COPARMEX, hacen manifiesto su emplazamiento en primer lugar, al sistema gubernamental. Quienes muy a su pesar, mantienen el liderato en ser propiciadores del funesto mal. Para que busquemos la transparencia que de certidumbre a las inversiones.

México, es el país número 106, de una lista de 177 de acuerdo con el índice de Percepción de Corrupción. Lo mide el organismo llamado Transparencia Internacional.

Estamos ubicados en el lugar 61, de 144 países en el nivel de competitividad mundial. Retrocedimos 5 sitios.

En el desempeño de las instituciones, nos encasillamos en la posición 122, de la misma medición anterior.

Lo que significa que somos un país lento, burocrático y costoso para hacer negocios. Hay que dejar ‘moches’ en cada escritorio.

Es tiempo de enderezar el rumbo. Así como fomentamos la ciudadanización del voto, así debemos velar que la transparencia en la ejecución de las políticas públicas, sea por mandato divino del pueblo.

Elevado a nivel de Comisión Nacional Anticorrupción, con una fiscalía persecutoria. Que tenga sustento legal y que se persiga por ende.

Que permee a todos los órdenes de gobierno y que sea la ética, la directriz que marque incluso, desde la formación de los pequeños en las aulas.

Ése… sería un paso gigante hacia una sociedad evolucionada.

Hoy la percepción ciudadana, no está conforme con la nula transparencia institucional.

COLOFÓN: Y vemos en una pared, de un edificio público: “No robes… el gobierno odia la competencia”.

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@deandaalejandro