Nadie puede negar que el Festival Internacional Tamaulipas es una gran fiesta cultural, y que se ha convertido en una de las más importantes del país, e inclusive, de América Latina.
El FIT, como fue concebido, ha tenido sus épocas difíciles: nació con la idea de que era un evento para la clase alta, los acomodados, o como dicen algunos frustrados: “los riquillos”, y con esa idea hizo mucho daño –y lo sigue haciendo- a través de foros donde la ignorancia permea sobre la realidad.
Tenemos, por ejemplo, en Victoria, uno de los más hermosos teatros del país: el teatro “Amalia G. de Castillo Ledón”, cuya capacidad ronda los 900 asistentes, y no será nunca posible tener más de esa suma de boletos para ingresar.
Luego somos algunos miembros de una clase profesional, de un grupo o algo por el estilo, que pretendemos que haya atenciones especiales y nos lleven a casa toda la información, nos pidan, nos rueguen, y nos lleven las entradas.
Hemos visto las filas que se formaron para pedir boletos de cada uno de los eventos, y si bien es cierto que no puede ser la mejor forma de distribuirlos, sería muy saludable que alguien, de esos genios sabelotodo dijera: “se debe hacer así o asá”, es decir, que tenga una fórmula en la que todos quedemos conformes: imposible, por donde se le vea.
El caso es que está y hay que aplaudir que se siga llevando a cabo, porque el organizar este tipo de eventos cuesta muchísimo dinero que, los agoreros del derrotismo critican porque suponen que se debiera aplicar en calles o alumbrado.
La cultura es tan importante como cualquier rubro existente en la sociedad, y la misma tiene que tener un orden, también, como cualquier rubro.
Se forma un patronato y ha funcionado por años: sus resultados están ahí, y hay eventos en todos los foros posibles de los 43 municipios, lo cual es digno de aplaudir.
No podemos a veces asistir a todos los eventos, porque no alcanzamos boletos, porque tenemos actividades de otra índole que no nos permiten hacerlo, o por los horarios: muchas razones, pero de que hay calidad, no podemos negarlo.
Es saludable pensar ya como gente de primer mundo y dejar a un lado esa absurda mentalidad de “los de aquí y los de allá”: los eventos son pensados para que asista la mayor cantidad posible de gente y nada más: no están dirigidos a un círculo social determinado, porque eso nadie lo puede comprobar, por lo que sería irresponsable afirmarlo.
El gobierno de Tamaulipas hace un importante esfuerzo por mantener el festival y eso cuesta mucho dinero, lo que es bueno saber para apreciar. Ese dinero surge de nuestros bolsillos, y también hay que saberlo.
Si usted checa el programa de su localidad, encontrará que hay muchas cosas interesantes, vistosas, mezclando la presentación de artistas de corte internacional como locales, lo que hace aún más importante la labor del festival que ofrece el foro a muchos de los nuestros, y eso es muy importante.
Se trata con el FIT acercar la cultura a los 43 municipios en la mayor cantidad de espacios posible, a manera de que haya una audiencia mayúscula: que acuda la mayor cantidad de gente posible, pues.
Tratemos de disfrutar cada uno de los espectáculos al aire libre que son gratuitos, y los de boleto, si alcanzamos, también hay que tratar de encontrar esa parte maravillosa que transmite cada artista que se cruza en nuestro camino, porque a veces será la única opción que tendremos para admirarle.
Y pugnar porque las fiestas culturales sigan, porque nuestros artistas participen porque la gente los disfrute y aproveche, pero más importante: que haya un enriquecimiento en nuestras formas culturales, y entonces, otorgar ese aplauso de pie a los que hacen posible que disfrutemos la gran fiesta cultural de la entidad: pueblo y gobierno, sociedad y autoridades, pero a esos que con su arte nos hacen vibrar: cada artista que merece la ovación de pie que únicamente se regala a los que se entregan y se dan con el corazón.
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