La consulta popular fue por muchos años un instrumento de la democracia ansiado por los mexicanos; es más, muchos políticos la utilizaron como bandera, argumentando que hasta que los ciudadanos no pudiéramos tomar las grandes decisiones que modificaran el rumbo nacional, seríamos todos parte de la farsa, por cierto muy bien montada.
Se supone que los mexicanos somos representados por nuestros hacedores de leyes, y al elegirlos, les damos la gran responsabilidad de crear las reglamentaciones que nos den mejores condiciones de vida; pero muchas veces nos sentimos traicionados. Por eso hay que festejar que hoy ya es posible que los ciudadanos mandemos iniciativas al Congreso.
Cuando el titular del Ejecutivo logró el gran acuerdo nacional, denominado Pacto por México, sabía que el Gobierno tenía que ceder en muchos temas; por ejemplo el político-electoral, porque la oposición se quejó que la cancha no estuvo pareja. Las conversaciones avanzaron: en las 11 reformas estructurales hubo estires y aflojes, y más allá de temas ideológicos, hoy están aprobadas y reglamentadas.
¿Pero cuál es el saldo? Que los panistas están medio enojados por el aumento a los impuestos y que los perredistas y morenos están en contra de la participación privada en la producción energética. Y claro, la derecha y la izquierda muy dividida. Es decir, ganó de todas todas el PRI.
Y hábilmente, dentro de las negociaciones, los tricolores lograron que la consulta popular no la solicitara únicamente la ciudadanía (con un 2 por ciento de los inscritos en la lista nominal de electores), sino también el Congreso con el 33 por ciento del total de cualquiera de las cámaras y el Presidente de la República. Es decir, aunque votaríamos con un sí o un no, las preguntas también las puede formular el político tradicional (diputados y senadores que representan partidos políticos en San Lázaro y en Insurgentes Centro).
Pero no únicamente le quitó el constituyente permanente el carácter ciudadano a la consulta popular, sino que le puso un candado: la Suprema Corte de Justicia validará las interrogantes, siempre y cuando no trascienda en cambios constitucionales.
Es decir, después de que el INE valide las firmas entregadas en el Senado y le den el visto bueno, irá al máximo tribunal para la prueba de fuego la pregunta de la izquierda. ¿Y acaso no modificaría a la Constitución los planteado por ellos? Claro que sí, ellos pretenden echar para atrás la Reforma Energética.
Y de la misma manera, el INE dará luz verde e la pregunta de la disminución de plurinominales que sugiere el Partido Revolucionario Institucional. ¿Y acaso no modificaría la Constitución lo plateado por ellos? Claro que sí, se establece en la .Carta Magna la conformación del Congreso.
Ya verá, la Suprema Corte le dará palo a las dos preguntas; ni prosperará la interrogante del PRD-MORENA ni la planteada por el PRI.
Entonces, la consulta popular no habrá sido en su inauguración un ejercicio exitoso. Ya lo verán, la consulta popular fracasará.
Con Valor y Con Verdad.-El asesinato del diputado federal priísta, secuestrado horas antes en Tlaquepaque, Gabriel Gómez Michel ha prendido la alerta máxima del Gobierno Federal. Unos se preguntan si andaba metido en actividades ilícitas y otros si solamente se trata de un plagio común. Ojalá los autoridades hagan una investigación que logré convencer al enlutado Congreso y sobre todo a todos los ciudadanos.
*Periodista, editor y radiodifusor
@GustavoRenteria
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