Muchas veces he escuchado a gente de la ciudad comentar que la gente del campo ya no quiere trabajar, que se ha vuelto huevona y acomodaticia ante la oportunidad de recibir apoyos económicos que los ayuden a paliar el hambre y la pobreza, despensas, artículos varios, y de esta manera optan por no trabajar ya que con lo recibido, la van pasando. Parte de eso es cierto, mas al generalizar una situación perdemos de vista a aquellos que son la excepción a la regla no escrita. Quizá la excepción sea los que NO quieren trabajar y están cómodos en su mediocridad.
El volver a reencontrarme con una pasión que me agrada, como es la capacitación a comunidades rurales me permite aseverar lo siguiente: Si bien los estímulos económicos han minado en algo la iniciativa de las personas, también es justo decir que gracias a ellos una persona, mujer sola ante la negativa de su ex pareja de afrontar sus responsabilidades, pudo sacar adelante a sus cuatro hijos, dándoles un mejor futuro que el que ella tuvo, y acude presta y con actitud positiva a capacitarse; otra mujer, de la misma comunidad, autentico ajonjolí de todos los moles comunitarios esta presta a apoyar a sus compañeras y vecinas, apoyar a la directora de la escuela, apoyar a los niños con la entrega de paquetes escolares y aun se da el tiempo de atender a su familia, un autentico torbellino.
En la misma comunidad, encontrarme a un señor, de mediana edad, quien ante mi solicitud de avalar con el sello ejidal mi presencia en esa comunidad, aprovecho para comentar la falta de profesionalismo de algunos “profesionistas” los cuales llenándose la boca de sapiencia y prepotencia le pedían avalara su presencia cuando no estaban cumpliendo con el cometido para el cual habían sido contratados. El colmo que escuche, en otra comunidad, fue decirme que una persona había llegado a regañarlos y exigirles que se pusieran a picar nopal, y pizcar tuna para salir a venderlos a la orilla de la carretera, como si la producción que tienen, ante la falta de agua y de buena calidad de tierras, produjera para algo más que autoconsumo.
Algún seudo periodista de esa región, haciéndose eco de malos comentarios publicó en algún periódico de circulación local que las personas que estaban en un programa con recursos de origen internacional y federal, ante la convocatoria para celebrar juntas, las mujeres huían y se encerraban en sus casas para no atender el llamado. Ese programa, que no tiene tintes políticos ni partidistas, creado por instancias internacionales para paliar el hambre, la pobreza y el desarrollo de capacidades, ha sido un éxito en otros estados y en otros países de América, Asia y África, y en Tamaulipas no deberá ser la excepción, ya que las instancias ejecutoras, hasta el día de hoy se han estado capacitando, acudiendo a reuniones de trabajo y a la vez capacitando a las agencias de desarrollo rural encargadas de estar en contacto constante con los beneficiarios.
Creo, por la manera en que las personas de estas comunidades se han expresado conmigo, que Yo les creo a ellos; los veo motivados y ansiosos por aprender, por mejorar sus condiciones de salud y de entorno familiar, por sacar adelante a sus hijos, así es que mi nivel de creencia estará con esos grupos comunitarios mientras a mi no me demuestren lo contrario.
Por cierto, esos grupos son mayoritariamente mujeres, las cuales por cierto me comentaron: “Ya no somos las mismas pendejas de antes”
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