Ya se dieron las 11 principales reformas estructurales, incluyendo la madre de todas las reformas, la Energética, y la economía mexicana sigue estancada. Solo queda para octubre la reforma del campo que buscara recuperar la soberanía alimentaria, con autoabastecer al menos el 80% de los alimentos básicos que consumen los mexicanos.
Entre enero abril de 2014 se confirmó que el crecimiento fue de sólo 0.28 por ciento, y los indicadores del trimestre abril-junio revelan que las cosas no han mejorado mucho. Por eso, los pronósticos sobre el crecimiento han seguido bajando. Tanto lo reconocen los empresarios organizados, el Banco de México y la propia SHCP.
En la última estimación del Banco de México, se dijo que el crecimiento este año será de entre 2% y 2.8 por ciento. Las cifras avalan el pesimismo de Banco de México y de algunos analistas privados. En junio, la producción industrial descendió 0.18% respecto a mayo y creció 2% respecto a junio del año pasado.
En mayo, el indicador Coincidente del comportamiento económico subió 0.04% respecto a abril, y el indicador Adelantado aumentó 0.13% respecto a mayo, un poco mejor que lo que veía comportándose. En julio, el Índice de Confianza del Consumidor (ICC) bajó dos puntos y medio respecto a junio y se ubicó 7.6 puntos abajo de julio del año pasado.
La realidad, es que la economía de México se desplomó desde el año 2013, porque la SHCP no ejercieron adecuadamente el gasto público, incurriendo en subejercicios que a la fecha se siguen registrando, solo medianamente empezaron a gastar cuando el año 2013 casi terminaba.
Hoy día se continúa registrando desfase de pagos a proveedores, contratistas, y hasta el gasto corriente del gobierno Federal. Por ejemplo, los organismos descentralizados como la Auditoría Superior de la Federación, canceló casi toda la actividad de capacitación presencial, dejando la misma a solo cursos no presenciales sin menor costo, pero sin menor eficiencia aun.
La realidad es que muchas obras no se ejecutan a tiempo porque la burocracia menor sigue pidiendo requisitos a los constructores privados y el gasto en realidad no se ha ejercido. En otros casos, las obras no se inician porque se siguen haciendo trámites para ello, y en muchos más, hay obras paradas porque no se ponen de acuerdo para ver qué dependencia supervisa el avance de obra.
Para el presente año 2014, el atorón nuevo se le atribuyó a la reforma Fiscal y Hacendaria, ya que vino a trabar la marcha de la economía informal, que todo mundo justifica pero que se llevó a cabo sin ningún efecto motivador que permita que no caiga la producción, productividad y la demanda agregada. Con el agravante que continúa alto el desempleo abierto y el subempleo.
Adicionalmente se vino el debate de la recuperación del poder adquisitivo del salario mínimo que le ganó la partida el PRD a los planteamientos del propio PAN y del PRI, de forma tal que hasta los priístas más conservadores coinciden que es urgente y necesario que se lleve a cabo una recuperación gradual del salario para que la economía mexicana crezca a tasas superiores del 5 por ciento anual.
Por todo lo expuesto, ahora el discurso optimista refiere que la recuperación será hasta el mediano plazo (dos años) y que a partir del año 2015, la economía mexicana recuperará parte del brío perdido desde hace más de 15 años.
Lo plantea el gobierno de Enrique Peña Nieto en sus presupuestos y ahora le atribuyen a obras de relumbrón como el recién anunciado Nuevo Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (AICM), el pivote para destrabar el atorón económico, como si fuera varita mágica y su reparto se diera a las 32 entidades del país, cuando se recurre de nuevo al nefasto centralismo económico y político, “no nos debemos equivocar”.
Ahora en la presentación del Presupuesto de Egresos y la Ley de Ingresos 2015, las cuentas públicas mexicanas han entrado para su debate en la Cámara de Diputados, las previsiones fijan para el año próximo un crecimiento del PIB del 3.7%, por lo que este pronóstico triplica el resultado de 2013 (un 1.1%), supera en más de un punto al que posiblemente cerrará 2014, y, sobre todo, rompe el círculo de hierro que desde 1981 ha situado el crecimiento medio de la segunda mayor economía de América Latina en un débil 2.4%. Pero con todo, sigue lejos del 5% fijado por Peña Nieto como meta urgente.
Los dos detonantes para variar, la atribuyen al crecimiento de la economía de EUA y al aumento del gasto público, este a través del Plan de Infraestructuras (590,000 millones de dólares en cuatro años con un 63% de gasto de origen público).
Esta vez el pronóstico de crecimiento es considerado como moderado e incluso pesimista, reformas como la energética, que el Gobierno confía en que generen entradas masivas de capital y un aumento del PIB de un punto, tardarán años en materializarse por su lentitud técnica.
La reforma Fiscal que es aplicada con rigor sobre el 40% de la población activa que declara sus ingresos, ha conducido al mandato presidencial a uno de los puntos más bajos de popularidad. La respuesta del Gobierno ha sido prometer que no habrá nuevos gravámenes en lo que resta de legislatura.
Como contrapartida ha permitido un fuerte aumento de la recaudación, que en los presupuestos de 2015 se concreta en una subida de ingresos por esta vía del 10%. Este dinero fresco, junto al aumento del endeudamiento público (3.5% del PIB para 2015), dan un amplio margen de maniobra al Ejecutivo.
Con todo ello y pese a las once reformas Estructurales, el gobierno de Enrique Peña Nieto completó su segundo año con una economía estancada, con perdida continua del poder adquisitivo y con altos márgenes de impopularidad.
