Nos hemos olvidado, con la angustia que provocan las recientes lluvias, de la realidad que vivimos en Victoria, la capital del estado. Inundaciones por doquier nos han hecho pensar una y mil cosas; las redes sociales son un marco interesante para ver el sentir de la gente, con razón… y sin ella.
Criticamos todo lo que se refiere a las inundaciones sin pensar en que Victoria tiene muchos años, y sin saber qué acontece con la obra pública con l os asentamientos humanos. La problemática va más allá de un vado o la inundación del tradicional enlace entre el 17 y la Loma. Hay más cosas de fondo.
Recordemos que Victoria se asentó cuando La Peñita era la única fuente de abastecimiento de agua y fue necesario entubar, quitar el cauce del río para tener agua potable. Vinieron otros pozos y demás, y aunado a ello, la problemática moderna: los asentamientos humanos que se han presentado, muchos de ellos, en forma irregular ante la complacencia de las autoridades de su tiempo y la tozudez de los que se autonombraron líderes de colonos que, haciendo uso de prepotentes actitudes tomaron terrenos no aptos y los convirtieron en su hogar, su negocio, vendiendo a miles de personas un sitio para vivir.
No recordamos que esos asentamientos general desechos y el desagüe no es el adecuado, que el drenaje no se actualizó en la manera que debía, y que muchos servicios tuvieron que instalarse en forma ligera para dar respuesta a la mayor parte de estas demandas.
No es nada fácil.
Victoria requiere un reacomodo, el que no se autoricen más asentamientos ni populares ni residenciales, porque no se ha trabajado sobre la infraestructura de servicios ocultos.
Para dar respuesta satisfactoria, no alcanzará ni el sexenio del ingeniero Egidio Torre Cantú ni la administración de Alejandro Etienne Llano: se necesitará de un muy amplio plan de desarrollo y uno o dos sexenios que trabajen en ello, pero para lo anterior se necesita dinero, y ese proviene de los recursos municipales, estatales y federales, muchos, producto de los impuestos que más del 70 por ciento de los mexicanos no pagamos pero que sí somos muy buenos para exigir.
Habrá que recordar el dren pluvial que se hizo en la administración de Gustavo Cárdenas y que hizo que en Las Adelitas los hogares de cientos se dejaran de inundar; fue una obra con visión.
Habrá que pensar en avenidas como el eje vial que se hizo con concreto hidráulico que no se ha destruido pese a las lluvias.
Habrá que pensar en otros puentes –jorobas, para muchos- y vados, en alcantarillas de gran calado, en avenidas bien planeadas con su declive idóneo para evitar encharcamientos que provocan más baches. Habrá que pensar en muchas cosas.
Pero en primera instancia, habrá que pensar en ser mexicanos responsables y pagar nuestros impuestos para poder exigir a la autoridad que necesitamos, para poder decirles que el boulevard Ruiz Cortines es un caos vial hoy en día y que los fraccionamientos residenciales están deshechos en sus calles, y la gente de dinero tiene tanto derecho como la que no tiene. La obra pública no distingue clase social y debemos entenderlo.
Sierra Gorda, San José y otros están destruidos hace años en sus calles y nadie ha hecho nada por solventarlo.
Y entonces, pensar en todos los vados y puentes, accesos y drenes, para trabajar en forma conjunta.
Mientras tanto, hay que ser prudentes, conscientes y tomar las medidas de precaución. No esperemos que nos pongan un letrero de precaución para pasar o no una calle inundada. Cuidemos nuestra integridad ante todo, por favor.
Y ya dejemos de criticar sin ton ni son. Hay que fundamentar las críticas, que sería saludable.
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