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Sección: Editoriales / Entre Nos

Rehenes citadinos

Por: Carlos Santamaría 11/09/2014 | Actualizada a las 13:10h
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Hemos tocado el tema varias veces, sin embargo, no logramos tener la respuesta esperada: seguimos bloqueando las calles como si fueran caminos de nuestro rancho o domicilio, y las tomamos como una propiedad sin importar a quien jorobamos.

Todos los días sucede en las afueras de las  instituciones educativas, y la verdad es que no tenemos la mínima idea de lo que es manejar y tampoco lo que es el respeto a los demás.

Enoja sobremanera ver las camionetas y autos tripulados muchas veces por choferes que no tienen más qué hacer que esperar a los muchachos y niños en las afueras: se estacionan en doble fila… triple… y a veces, hasta cuádruple.

Y nos preguntamos que donde están, en primera instancia, las autoridades correspondientes, y que puedan poner orden sin que les falten al respeto o los asusten con “no sabes con quien te metes”, o el típico “los van a correr a todos ustedes”.

Recordamos en una ocasión, fuera de una primaria muy conocida que íbamos padeciendo los abusos de los victorenses que se sienten de una clase privilegiada, y enojados dijimos a un agente: “diles por favor que nos dejen pasar, que no obstruyan”, a lo que contestó muy tranquilo: “es que no me hacen caso”.

Y seguimos padeciendo el problema de todos los días: enormes filas de vehículos que no son exclusivos de colegios e instituciones particulares: dese una vuelta por el CBTIS o por la Secundaria número 4, la 1 o cualquiera; las primarias “Lauro Aguirre” o “Victoria”, y el fenómeno está ahí, siempre estorbando sin importar lo que afectamos a otros.

Mucha gente que supone manejar adecuadamente no hace sino poner sus luces intermitentes como si fueran éstas el permiso para pararse y bloquear una calle.

La tranquilidad manifiesta y desordenada –concha, dirían otros- con que se conducen enoja.  Se olvidan que para cada uno de nosotros nuestros hijos son lo más importante, pero para los demás no: cada uno tiene sus afectos pero la gente no tiene por qué esperar a que nuestro hijo salga y se suba al vehículo.

Debemos poner orden, y eso lo sabemos, pero si no tenemos la conciencia necesaria, difícilmente lo lograremos.

No es justo, la verdad, no es justo lo que vivimos a diario: todos queremos que nuestros hijos se bajen en la puerta exactamente, y a pesar de todo, nos tardamos en dar el dinero, la bendición, el consejo y demás, y esperamos a que ellos o ellas se metan a la institución educativa.

Pensamos que si llevamos a nuestros hijos a que tengan una buena educación, iniciamos mal, porque no es prudente, sinceramente, que afectemos a los demás por nuestros hijos.

Hace unos días, una señora decía “créame que es involuntario”… pero nunca se quitó de la fila que obstruía todo: no le importó que hayamos llegado temprano para alcanzar un sitio estacionados como marca la ley; no le importó afectar a los demás.

Insistimos: para cada uno de nosotros el hijo o hija es el más importante del colegio o escuela, pero para los demás no, y eso debemos tenerlo muy en cuenta siempre, porque de otra forma, seguiremos enseñándoles que el abuso y la prepotencia son la llave para abrir el mundo.

Queremos una sociedad justa y que aprenda a vivir mejor, pero no se logrará si seguimos siendo abusivos en estos menesteres, y si insistimos en esperar a los hijos contaminando y gastando gasolina pero además, obstruyendo un tráfico que es responsabilidad de todos, y por ende, debemos respetarlo como tal.

Hacemos un llamado a las autoridades de tránsito, a los maestros y directivos y a los automovilistas, para que nos ayuden a vivir en un estado de derecho, sin afectar los de los demás, por favor.

Comentarios: entrenos@prodigy.net.mx

Carlos David Santamaría Ochoa,

(México, D.F., 1957) Licenciado en Relaciones Públicas, Maestro en Trabajo Social y maestro en Comunicación; Doctor en Comunicación y Periodismo por la Universidad de Santiago de Compostela (Galicia, España). Diplomado en periodismo y en locución ( U.A.T.) Periodista desde el año de 1979.

Jefe de fotografía del periódico El Heraldo de México (1979).

Ha colaborado en los diarios locales El Mercurio de Tamaulipas, El Diario de Ciudad Victoria, La Verdad de Tamaulipas y en revistas como Poste Restante, A quien Corresponda, entre otras. Fue corresponsal del diario El Nacional, de la revista Época de México y de radio grupo ACIR. Fotógrafo profesional desde el año de 1978.

Fue jefe de prensa del Instituto Estatal Electoral en Tamaulipas y del Hospital General de Ciudad Victoria. Actualmente se desempeña como profesor de periodismo y fotografía en la licenciatura en Ciencias de la comunicación, en la Universidad Autónoma de Tamaulipas, donde también colabora como investigador.

Es presidente de Vive con Diabetes, A.C., dirige y conduce el programa de radio Al Día en Radio UAT.

Recientemente publicó su primer libro: Diario del Camino, Unidos por la Diabetes.
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