¡Suben!
Quien haya sido el autor de esta cita que ayer escuché en una narrativa periodística a cargo del excelente comunicador y analista RAFAEL CARDONA, sin duda que contó la neta del Milenio.
Es una verdad embona en todos los ámbitos, desde las fuerzas políticas y a las sociales.
Esencialmente eso nos dice que las responsabilidades son muchas pero pocos aceptan cargarlas a cuestas y llevarlas a cabo.
Total: es más fácil echarle la culpa al de junto.
Lo malo es que sencillamente esa frase, que me gusta para refrán político, queda como simple un ideal que es letra muerta a juzgar por el status quo en el país.
Digo, porque desde lo simple y doméstico hay quien exige que pase el camión de la basura por su casa pero no es capaz ni de levantar el plato de la mesa y menos la basura que tira donde sea.
Luego tenemos ese gran ejemplo en los NININIS (así, con tres “NI”) que componen los poderes ejecutivos en los tres órdenes de gobierno.
NI trabajan todos los que están, NI están todos los que son NI son todos los que se nombran.
Después del galimatías paso al gran caso de los congresos federales y locales, con fuero hasta para conseguir “scorts” y bailar al ritmo del video escándalo.
Que si los bajan de categoría en sus escalafones para mangonear el presupuesto de sus bancadas es otra cosa, porque sus dietas y prerrogativas nadie se las quita.
En ellos vemos a integrantes que están tan cerca del presupuesto y de la oportunidad de servir, pero tan lejos de la comunidad que según representan.
Sobre el poder judicial, ¿Por qué lado del estercolero comenzamos?
¿Con las policías que en muchos casos son gendarmes al servicio de hampones?
¿Por las leyes que se tuercen al gusto e intereses de los poderosos e influyentes?
¿Y qué decir de las agencias del ministerio público donde se cuecen la corrupción?
¿O en los juzgados y tribunales donde ésta se sirve como entremés, plato fuerte y hasta postre?
Obviamente que lo que a uno como ciudadano le toca no va a escapar de esta crítica, y asumo lo que a mí como individuo me corresponde.
Ahí va.
¿Con qué cara se le exige al gobierno que actúe contra los bandidos si hay quien se la pasa comprando gasolina robada?
Conste que no es mi caso, pero sí hay casos en los que a veces nos hace falta poner mayor énfasis en la denuncia, aun cuando llega a ser bastante evidente el riesgo de hacerlo.
¿Cómo hacer que un policía no exija disimulos si se le envía a la guerra prácticamente desarmado, con un salario de hambre y sin prestaciones de seguridad social?
En este último caso no hay justificación, pero sí una explicación que mientras no se resuelva, lo demás será pura verborrea llena de pendientes por arreglar.
Y así, la aplicación de lo anterior sigue en todos los ámbitos de la vida social mexicana, en la educación, en la salud, en el empresariado y en los sindicatos.
COLOFÓN
Finalmente todo traduce en corrupción como cultura y origen de muchas circunstancias, que en el caso de México no se le va a poder erradicar si no se empieza desde la casa.
O a ver, cámbienle el aceite a un vehículo con el motor encendido. A eso equivale querer apagar la flama de la podredumbre.
Por su atención, gracias. Por hoy, ¡Bajan! Confesiones, avisos especiales y hasta aplausos a norberto@libertas.com.mx No tengo intermediarios ni acepto asesores.
