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Lo bueno y lo malo que tengo ha sido por la música: Pepe Arévalo

Le gustaría que lo recordaran como un locochón, un músico; inaugurará un nuevo centro nocturno

31/08/2014 | Actualizada a las 17:27h
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México, (Notimex).- Lo bueno y lo malo que tiene Pepe Arévalo ha sido por la música, y a 56 años de trayectoria, el artista mexicano, uno de los más reconocidos a nivel mundial, está convencido de que quiere morir tocando su inseparable piano.

“Estoy cumpliendo 56 años de tocar y me quiero morir tocando porque todo lo que tengo, hasta lo malo, ha sido por la música. Mis hijos, los viajes, las alegrías, las tristezas, y todavía me pagan”, declaró el legendario músico en entrevista con Notimex.

En tres ocasiones, su salud se puso en riesgo cuando le quitaron la vesícula y, después, la mitad del hígado. Hace siete años le dio una embolia de la que tardó tiempo en recuperarse para regresar a los escenarios.

“Debo darle gracias a Dios por muchas cosas, principalmente por la vida. Dios me la ha dado muchas veces y tengo que agradecerlo”, añadió Arévalo de 77 años y quien este sábado fue homenajeado en la delegación Iztacalco de esta ciudad, por su trayectoria.

A los 7 años ya tocaba la guitarra. A los 11 años inició con clases de piano y todo iba bien hasta que le confesó a su padre el anhelo por dedicarse a la música y la respuesta fue negativa salvo por una condición.

“Me dijo que primero estudiara una carrera, aunque fuera corta y opté por el Comercio, pero comencé a morirme de hambre hasta que regresé a mi vocación, pues muchas veces la gente es hecha a cómo quiere el papá y no cómo quiere el hijo”.

A los 16 años se inició en la radio, medio de comunicación que le gusta más que la televisión, pues lo define como mágico.

“En aquel entonces, se escuchaba ´La Hora Nacional´, las novelas y nosotros teníamos un programa para niños llamado ‘La legión de los ´madrugadores’ en la XEB 'El buen tono’. Más tarde, comencé a juntarme con los cubanos, yo era el blanquito de todos los negros”, recuerda con humor.

"Era la época de la música bonita, de las grandes cantantes, las bailarinas y las mujeres bellas. En la radio se escuchaba a Agustín Lara, Gonzalo Curiel, María Grever y Luis Alcaraz", señaló el compositor con un dejo de melancolía y mientras talla su ojo izquierdo.

Pepe Arévalo fue discípulo de Rubén González y Enrique Jarrín. Fue pianista de Daniel Santos y Toña La Negra durante tres y nueve años, respectivamente. También de Fernando Fernández.

Fue uno de los artífices del movimiento La Rumba es Cultura, en la década de los 70, que básicamente consistía en reuniones de intelectuales en el Bar León, a unos pasos de la Catedral Metropolitana en el Centro Histórico de esta capital.

“Gracias a Toña la Negra y Daniel Santos me enseñé a llegar temprano y a respetar mi trabajo, a querer lo que hago”, subrayó.

En esos años, platica, “en México había cabaret de primera, segunda, tercera y de cuarta. Los teatros abrían todos los días del año, estaban los de revista y de comedia. Los salones de baile funcionaban de lunes a domingo y se llenaban de gente que acudía con respeto y un gusto para vestir, bailar y escuchar.

“Ahora se oye pura pseudomúsica hecha con aparatejos que no sirven para nada. No es que no me guste, sino que tengo las bases para decir que no es música, porque no es lo mismo poner a tocar a 25 músicos vivos que colocar 25 bocinas. La música en vivo es cadencia, es magia y todos los días me da algo nuevo aunque todo el tiempo les toque aquella de ‘Oye, Salomé'”, explicó.

Pepe Arévalo, quien desde hace 35 años habita en la colonia Reforma Iztaccihuatl, en Iztacalco, tocó ocho veces ante los reyes de Marruecos, Hasan II y Mohamed VI, a quienes les gustaba celebrar el fin de año escuchando son montuno, rumba cubana y danzón.

Su arte también ha sido ovacionado en toda América Latina, así como en África, Estados Unidos, Holanda, Bélgica, España, Alemania, Luxemburgo, Irlanda y Reino Unido, entre otros países.

“He viajado por casi todo el mundo, fui pianista de muchas figuras muy queridas y respetadas, y al hacer una evaluación concluyó que Dios me puso a esas personas para enseñarme a ser artista”.

Desde hace 35 años comenzó a llevar su música a las cárceles de México. Visitó a los presos de Lecumberri, Santa Martha Acatitla, Almoloya de Juárez, las Islas Marías, entre otras.

"En Lecumberri había un preso al que le íbamos a tocar. También he llevado a grandes orquestas y he hecho servicio social con terapias para las familias con talleres de respiración, yoga y baile.

"Alguna vez me dijeron: 'no olvides que es un lugar donde impera la muerte, el alcohol, la droga, los homosexuales, el crimen. No hagas los problemas de ellos tuyos', y con los años lo he aprendido".

Aunque Pepe Arévalo no baila, asegura, no hay nada más agradable para él que ver a un montón de gente disfrutando de su música.

"Es una sensación muy bonita ver cómo mueven la colita con esa cadencia. Esa es la magia, hay un lenguaje entre el músico y el bailador", subrayó el músico, quien ha participado en unas 34 películas con temas como "Falsaria" (Oye, Salomé), "Pedro Navajas" y "Urge" y "Caballo viejo", por citar algunas.

"Cuando veo esas películas, me entra un no sé. Veo a gente de mi orquesta que ya no viven, ya murieron y con los que conviví tanto tiempo", comenta. Sin embargo, él trata de no estancarse en los recuerdos y sigue adelante con su música, la misma que, asegura, no tiene vigencia.

"Es parte de nuestra cultura. El danzón cubano, el bolero mexicano, la cumbia colombiana, la salsa es música que nunca muere, porque es como un lenguaje, una religión y todos somos conquistados por el mismo tirano. Esto es lo que debemos defender y no la influencia de allá arriba (Estados Unidos), cuyas culturas son decadentes".

Aunque a Pepe Arévalo le gustaría morir tocando, acepta que en algún momento tendrá que irse con dignidad.

"No quiero ser un cesto de basura, tengo planeado lo que quiero hacer y habré de retirarme si es por salud. Sin embargo, me gustaría que me recordarán como lo que soy, un locochón, un músico".

En tres ocasiones ha contraído matrimonio. La primera vez tenía 26 años y ella 40. "Era una americana llena de dinero, tenía un cabaret en Acapulco. Lógicamente no duró.

Después vine a México y me casé con la madre de mis hijos mayores y tampoco resultó".

Finalmente, contrajo nupcias con la fallecida comediante Alejandra Meyer, madre de su hijo Josué Arévalo. Y mejor ni preguntarle cuántos hijos tiene en total porque entre risas responde:

"¿De riego o de temporal?, mejor después le digo. El muchacho que es chillón y aquellas que lo pellizcan".

Entre sus próximos planes está la apertura, el próximo 1 de noviembre, del nuevo bar "El piano de Pepe Arévalo" en la colonia Roma de la Ciudad de México. Junto a él habrá un foro con capacidad para unas 300 personas y en el que dará espacio a obras de teatro, espectáculos de comedia, ballet y conciertos de orquesta.

"He tenido tres lugares muy famosos. Uno era el Bar León en el Centro Histórico, ahí nació la salsa en México. Después fue otro en la Roma, la cuna de la salsa de Cuba y otros países. Estaba en las calles de Querétaro y Medellín, pero me dio la embolia y lo vendí.

"Después tuve uno hace cuatro años y creo que es el negocio más bonito que he tenido, porque era tipo museo. Se llamaba 'El Piano de Pepe Arévalo' y ahí exhibí en una galería unos 600 pianos en oro, de papel maché y de todos los países, por eso lo voy a revivir.

"Ya no vamos a inventar nada, ahora sólo hay que fomentar y rescatar porque ya todo está hecho, nada más hay que agarrarlo y dárselo a la gente con dignidad, hay que hacer lo que se tiene que hacer", concluyó el artista.

El músico mexicano Pepe Arévalo declaró “Me siento muy contento por este evento, pues soy vecino de Iztacalco desde hace 35 años y desde hace tiempo he esperado a que me llamen y me digan que haga algo por mi comunidad”.
Fotografía Notimex
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