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Que los echen

Por: Carlos Santamaría 30/08/2014 | Actualizada a las 16:54h
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Dice un muy conocido columnista que el rector de la Universidad Autónoma de Tamaulipas, Enrique Etienne Pérez Del Río dijo en Tampico que es hora de sanear la UAT, y que esos malos elementos, seguramente no se irán por su propio pie, pero será menester echarlos de la máxima casa de estudios tamaulipeca.

Interesante la frase del líder de la UAT en el sentido de que todo mundo sabe que en las dependencias de toda índole hay gente que trabaja sin hacer lo que le corresponde: en algunos casos, les llaman aviadores, en otros, comisionados, y también se les conoce como “porros”, que no son más que lo que queda de aquella triste época en que daba miedo entrar al campus universitario, so pena de ser golpeado, asaltado… o asesinado.

Los tiempos de terror universitario, cuando no bastaba en un automóvil más que poner las siglas “UAT” era suficiente para hacer desmanes y no respetar la ley, cuando los jóvenes delinquían a placer sin ser castigados, comenzaron a bajar su nivel con la aparición de rectores que quisieron cambiar la UAT. Humberto Filizola inició ese trabajo difícil por los riesgos de represalias, sin embargo, hizo una gran contribución a la vida universitaria, recortando los privilegios que tenían los porros universitarios, y a falta de dinero… poco a poco se fueron marchando.

Posteriormente, Jesús Lavín Santos Del Prado hizo su parte, para ser seguido por José María Leal Gutiérrez, quienes lucharon de forma importante contra los vividores de la Universidad, tratando de sacarlos de la nómina en la medida que sus influencias les permitieron.

Muchos se cobijan porque dicen ser familiares o amigos de funcionarios estatales y federales muy importantes, y en base a eso se han mantenido, inclusive, como asesores directos de la rectoría.

Mientras la UAT sigue creciendo en cuestiones de investigación y academia, y logra que sus investigadores tengan más presencia en indicadores internacionales y publicaciones, el otro rubro se ha atajado, y Etienne ha dicho que, o se van, o los echan: así de claro.

Suponemos que su mensaje indica que estos vividores no tienen cabida en la nómina universitaria, y es tiempo que, luego de estar como garrapatas, pegados a la “ubre” universitaria, pongan su ingenio a trabajar para poder dejar ese lugar a los que sí quieren trabajar y lo necesitan.

La Universidad se ahorrará muchos miles de pesos que pueden –y deben- ser aplicados a investigación, donde se comienza a destacar en forma importante pese a las grandes limitantes existentes en el mundo de la ciencia. La UAT avanza con paso firme, y ahora que Etienne ha pedido a los zánganos que se vayan, no habrá marcha atrás, suponemos, y seguramente uno a uno tendrán que presentar su renuncia si es que tienen vergüenza, que, seguramente, se quedó atrapada en el primer cheque que cobraron sin devengar.

En algunos casos el discurso del rector Etienne es fuerte y áspero, y lastima a muchos, pero es necesario decir las cosas por su nombre, y exigir a los que dañan la imagen universitaria, que nos dejen seguir creciendo, al paso que vamos y queremos, pero sin esos lastres económicos que tanto daño causan a la máxima casa de estudios tamaulipeca.

También deberá el rector vigilar que los funcionarios universitarios no tengan dos trabajos y salarios, porque no se puede cumplir con una función docente y administrativa al mismo tiempo, menos, cuando se está en una Unidad Académica y una secretaría o departamento: no es viable, no es congruente, pues.

Y en ese sentido, el contador Enrique Etienne Pérez Del Río ha demostrado que no le tiembla la mano para imponer sistemas, acuerdos y disciplina, que esperamos, en este sentido, sea efectiva y se vayan de nuestra nómina todos los recomendados que, amparados en una vieja amistad con alguien de la esfera del poder Ejecutivo estatal, municipal o federal, tienen a la UAT en crisis. Son parte de lo que debe limpiarse, y la comunidad, los que trabajan y estudian claman una sola cosa: que los echen.

Comentarios: entrenos@prodigy.net.mx

Carlos David Santamaría Ochoa,

(México, D.F., 1957) Licenciado en Relaciones Públicas, Maestro en Trabajo Social y maestro en Comunicación; Doctor en Comunicación y Periodismo por la Universidad de Santiago de Compostela (Galicia, España). Diplomado en periodismo y en locución ( U.A.T.) Periodista desde el año de 1979.

Jefe de fotografía del periódico El Heraldo de México (1979).

Ha colaborado en los diarios locales El Mercurio de Tamaulipas, El Diario de Ciudad Victoria, La Verdad de Tamaulipas y en revistas como Poste Restante, A quien Corresponda, entre otras. Fue corresponsal del diario El Nacional, de la revista Época de México y de radio grupo ACIR. Fotógrafo profesional desde el año de 1978.

Fue jefe de prensa del Instituto Estatal Electoral en Tamaulipas y del Hospital General de Ciudad Victoria. Actualmente se desempeña como profesor de periodismo y fotografía en la licenciatura en Ciencias de la comunicación, en la Universidad Autónoma de Tamaulipas, donde también colabora como investigador.

Es presidente de Vive con Diabetes, A.C., dirige y conduce el programa de radio Al Día en Radio UAT.

Recientemente publicó su primer libro: Diario del Camino, Unidos por la Diabetes.
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