Lejos quedaron aquellos días en que todos nos quejamos por el anuncio y puesta en marcha de las obras de la tradicional calle “ocho” en la capital: la entrada a la ciudad desde Monterrey ha quedado casi concluida en sus obras magnas que se dijo, aliviarán el tráfico tan intenso que ha provocado la proliferación, por un lado, de muchos negocios y, por el otro, de fraccionamientos y módulos habitacionales.
Ya no hay tantos embotellamientos provocados por las constantes marchas de vehículos de construcción: aplanadoras, remolcadores de material y demás: ya se está viendo la forma de este tramo que el gobierno anunció hace meses. Pronto, muy pronto, tendremos la obra concluida y comenzaremos a disfrutar de la conformación de la misma en beneficio de miles de victorenses.
Hoy, las obras tienen un avance significativo; no tenemos la cifra del porcentaje de avance, pero a vista de todos ya tiene forma la amplia avenida de ocho carriles que se construye desde hace meses y que seguramente vendrá a colaborar con la mejor vialidad de nuestra amada ciudad.
En estas obras intervienen autoridades municipales y estatales y se conjugan esfuerzos de todos, inclusive, de los ciudadanos que tenemos que transitar entre montones de tierra y agentes que lo único que hicieron en su participación fue tomar cantidades exorbitantes de sol, en aras de propiciar un tráfico más ágil, que se ha dado gracias a la comprensión de los que tenemos necesidad de avanzar y con un poco de cortesía y amabilidad pudimos sortear.
Siempre que hay una obra de gran magnitud sucede lo mismo: hay detractores que piensan que no era necesario, que el dinero debió invertirse en otros rubros y obras, pero por otra parte existen los que pensaron que era necesario y aplauden el que se haya tomado esa decisión, quizá antes de tiempo, pero que era necesaria.
En ese sentido, recordamos cuando se construyó el acueducto de la presa Vicente Guerrero o el enorme y majestuoso Centro Cultural Tamaulipas: hubo quien criticó hasta el cansancio las mismas, pero ahí están, al servicio de los tamaulipecos en general y específicamente de quienes formamos parte del censo de Victoria, la capital cueruda, nuestra casa.
No hemos visto información en prensa sobre el avance como dijimos antes, pero es más que claro el hecho de que estamos a punto de ver la obra concluida. Ya las desviaciones son menores, de menor magnitud y van caminando. Antes, a la altura del Libramiento Naciones Unidas encontrábamos una enorme dificultad para pasar por ahí, para luego vivirlas a la altura del destacamento de la Policía Federal; siguieron a la altura del fraccionamiento Villarreal y la Plaza comercial. Hoy estamos viviendo algunas obras casi llegando al libramiento Fidel Velázquez, lo que nos dice que pronto habrá inauguración de obra.
Poco a poco se construyen obras que tienen que ver con el desarrollo de las ciudades y que, a su término, son reconocidas por su factibilidad.
Esperamos que ya se pueda pronto, muy pronto, disfrutar de los trabajos iniciados hace meses, y que la vialidad mejore considerablemente, lo cual, sinceramente, no dudamos.
En ese sentido, el alcalde de Victoria Alejandro Etienne Llano ha dispuesto que, en la parte que compete a la autoridad local, se extremen las medidas para agilizar el término de la misma, y que se pueda llevar a cabo una gestión adecuada con el estado para que, pronto veamos la inauguración.
Y como la presente, habrá seguramente otras obras que son necesarias y serán criticadas, pero al final, aplaudidas, como es el caso del acuaférico que ya se está convocando a su concurso, para aliviar uno de los más grandes problemas que tiene la capital tamaulipeca: el abasto del vital líquido y la necesidad de tener una adecuada red de distribución, lo que, seguramente, muy pronto tendremos a disposición de los más de 300 mil victorenses.
Obras son amores, pero cuando funcionan, son afectos inseparables, pues.
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