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Sección: Editoriales / Entre Nos

Dinero que cure

Por: Carlos Santamaría 22/08/2014 | Actualizada a las 15:16h
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No es posible tener en el país un esquema médico que no se encuentre acorde a los nuevos tiempos y descubrimientos: las insulinas, por ejemplo, tienen ya una serie de variantes que muchos médicos comienzan a conocer y que se han desarrollado por algo.

No es casualidad que poca gente tenga en sus recetas la insulina NPH o la R; esas que se conocían como lenta, rápida y de larga duración han pasado ya a los archivos de los tratamientos de endocrinología. Hoy en día tenemos insulinas diversas –Liraglutida, Degludec y otras- que vienen a ser un parteaguas en los tratamientos, sin embargo, seguimos padeciendo el mismo problema: no se encuentran en el cuadro básico del sector, y orilla a muchos a buscar alternativas para sobrellevar enfermedades como diabetes, hipertensión y otras. mencionamos las dos anteriores porque son las principales causas de mortalidad en nuestro país, dado que, por una parte, no seguimos el tratamiento adecuado, y pro la otra, no tenemos los medicamentos en tiempo y forma, por diversos motivos, principalmente los económicos.

Algo hay que entender: lo bueno cuesta, y decían los abuelos que lo barato sale caro. En aspectos de salud, una adecuada medicina debe costarle mucho a las autoridades y lo sabemos, pero los resultados deben ser mucho mejores que los que se tienen cuando se utiliza medicamento o tratamientos conservadores.

Europa marca la pauta en este sentido y ha hecho de muchas enfermedades una forma de vida porque hay disponibilidad de lo último que la insaclable, voraz y diabólica industria farmacéutica ha desarrollado.

No es posible, por ejemplo, ir a la farmacia por un antibiótico y pagar casi 10 días de salario mínimo por el tratamiento necesario. Pero sucede que vamos con el médico y porque hay alguna reacción nos cambia de medicamento y hay que pagar otra vez: las facturas por ese concepto no bajan de 600 pesos, y en algunos casos, una caja con dos ampolletas llega a costar casi dos mil pesos.

Es cuando tenemos pensamientos sobre si se están haciendo bien las cosas y si los pacientes realmente manejamos éstos –los tratamientos- de la manera adecuada y seguimos las indicaciones del médico.

Debemos recordar que la recuperación de la salud tiene que ver con varios factores: el de las autoridades, del médico, del paciente y de sus familiares. De otra forma, nunca será útil y será algo así como dinero tirado a la calle.

Todos nos quejamos que si el IMSS o el ISSSTE no tienen suficientes medicamentos, pero también es importante recapacitar, hacer una reflexión acerca de lo que se hace con lo que nos ofrecen; realmente pocos llevamos un tratamiento al pie de la letra, y queremos, al llegar, que en la primera toma los malestares desaparezcan como por arte de magia.

Por ahí no va la cosa.

Nos consta que las Secretaría de Salud hace esfuerzos muy grandes para tener lo necesario, sin embargo, qué difícil es contar en los hospitales con todo lo que pudiera requerirse: hay medicinas que se caducan y que no tienen mucha demanda, lo que incrementa el desperdicio, porque a la fecha de vencimiento son basura. Esos y otros factores son los que nos llevan a la pérdida de la salud y a no poder recuperar ese bienestar que todos anhelamos.

Los medicamentos son determinantes, pero hay que reforzar con alimentos adecuados a lo que nos han indicado, y también a otro tipo de indicaciones que bien pueden ser referentes a rehabilitación y otras cosas.

Es una tarea titánica, lo sabemos, pero hay que participar todos, porque de otra forma nunca alcanzaremos la salud, y eso, su repercusión y consecuencias finales solamente las pagamos nosotros.

Habrá que replantear los tratamientos, las exigencias de fármacos, pero sobre todo, la actitud personal, que, seguramente es lo más importante.

Comentarios: entrenos@prodigy.net.mx

Carlos David Santamaría Ochoa,

(México, D.F., 1957) Licenciado en Relaciones Públicas, Maestro en Trabajo Social y maestro en Comunicación; Doctor en Comunicación y Periodismo por la Universidad de Santiago de Compostela (Galicia, España). Diplomado en periodismo y en locución ( U.A.T.) Periodista desde el año de 1979.

Jefe de fotografía del periódico El Heraldo de México (1979).

Ha colaborado en los diarios locales El Mercurio de Tamaulipas, El Diario de Ciudad Victoria, La Verdad de Tamaulipas y en revistas como Poste Restante, A quien Corresponda, entre otras. Fue corresponsal del diario El Nacional, de la revista Época de México y de radio grupo ACIR. Fotógrafo profesional desde el año de 1978.

Fue jefe de prensa del Instituto Estatal Electoral en Tamaulipas y del Hospital General de Ciudad Victoria. Actualmente se desempeña como profesor de periodismo y fotografía en la licenciatura en Ciencias de la comunicación, en la Universidad Autónoma de Tamaulipas, donde también colabora como investigador.

Es presidente de Vive con Diabetes, A.C., dirige y conduce el programa de radio Al Día en Radio UAT.

Recientemente publicó su primer libro: Diario del Camino, Unidos por la Diabetes.
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