Volver al pasado, encontrar tus raíces, conocer tus genes, soñar nostalgias de tiempos idos…son parte que permite a los seres humanos vivir intensamente a sabiendas de dónde vienes, dónde estás y hacia dónde te diriges.
Por lo anterior citado, hoy y mañana me permitiré publicar parte de la biografía de mis abuelos, a los cuales les debo mis dos apellidos paterno y materno: Lera de Santander España y Mejía de Guadalajara Jalisco.
En principio, mi abuelo paterno Cesar Lera Ortiz, llegó embarcado desde Santander España, arribando al Puerto de Tampico, por allá del año 1915 en plena efervescencia de la Revolución mexicana y antes de la Guerra Civil Española del 17 de julio 1936.
Mi abuelo paterno forma parte de los viejos emigrantes de finales del siglo XIX y principios del siglo XX, en busca de trabajo, en busca de fortuna y también pensando que esto será un paréntesis que les permita volver a España de nuevo.
Entre 1880 y 1930, cerca de 30 mil españoles llegaron al país con la intención de mejorar su condición económica, a ese periodo de inmigración se le conoce como la “primera oleada”, la de los antiguos residentes.
Estos migrantes económicos se insertaron sobre todo en el mundo de los negocios de los españoles del siglo XIX, y a su vez acabaron siendo también comerciantes, negociantes, gente que se dedicó más que nada al quehacer económico de México.
“España era un país pobre a comienzos del siglo XX, México a comienzos del siglo XX era un país en expansión. Los españoles que llegaron se beneficiaron de las oportunidades económicas que daba México, ellos no trajeron el capital, en México es donde se establecen y crean capital” (Clara E. Lida, Colegio de México, Dic. 2012).
Este grupo de europeos incursionó en el sistema bancario, de agricultura, minería y en uno de los medios de comunicación más importantes de la época, los ferrocarriles. Con los recursos suficientes reforzaron los negocios en que participaban, o emprendieron por su cuenta los propios y no tardaron en sumarse a nuevos mercados y empresas.
El comercio fue uno de los más importantes de este sector, los tenderos con sus tiendas Ultramarinos dieron pie a empresas que despegaron con la economía mexicana. Aurrera, Bimbo, Soriana, Euzkadi, tiendas fundadas por los nuevos residentes.
Mi abuelo Cesar de Lera, se establece en Tampico como comerciante asociándose con el español G. Llaca y administrando el comercio de materiales de construcción Llaca y Compañía. En Foto anexa se muestra el Edificio de G. Llaca inundado en el Ciclón que azotó Tampico en 1933.
Posteriormente, conoce a mi abuela materna Concepción Padilla Márquez, también descendiente de españoles, pero en segunda generación, con la cual contrae nupcias en el año 1920 y conciben a mi Padre, Don Roberto Lera Padilla el 23 de noviembre de 1921 y posteriormente conciben a mi tío Eduardo Lera Padilla en el año 1923.
Mis abuelos vivieron en la calle Altamira número 106 de Tampico Tamaulipas, durante 10 años aproximadamente, tiempo en el cual mi abuelo colaboró en algunos negocios de mis tíos Padilla Márquez, comerciantes muebleros y uno de ellos banquero tampiqueño (Ricardo Padilla Márquez).
Por incompatibilidad el matrimonio de Cesar y Concepción se dio por terminado, y mi abuelo Cesar volvió a su madre patria, donde volvió a casar en San Sebastian, y procreo un tercer hijo varón que tiene actualmente 72 años y se llama igual que su padre, Cesar Lera Esteve, fotógrafo y publicista (http://www.cesarlera.com)
Tuve la oportunidad de visitar en san Sebastián España a mi abuelo paterno, su segunda esposa y mi tío Cesar, allá por el año 1976, durante una Estancia de Movilidad académica de mis estudios de economía del ITAM, que llevé a cabo en el verano en Bilbao España, en la Universidad Deusto.
Por otro lado, mi abuela paterna Concepción, volvió a matrimoniarse en Tampico con el tío Tache Pérez Sandi, con el cual procreo a otros tres hijos, Francisco, Concha y Alicia Pérez Sandi Padilla.
Mi familia paterna siempre se desempeñó en el giro del comercio de muebles, joyerías y refaccionarias, lo cual mi Padre Roberto Lera Padilla (El Chato), continuó hasta hace 8 años que se retiró.
Hoy nos sobreviven mi Padre y mi Madre Glafira Mejía Morales, de la cual mañana hablaré de las anécdotas de mis abuelos maternos, con lo cual elevo mi profundo reconocimiento de mis ancestros familiares, de los que mis hermanos y mis hijos llevamos orgullosamente sus apellidos.
Para terminar las reseñas de la segunda y tercera oleadas de emigrantes españoles, posteriores a la de mi abuelo paterno, el perfil de los migrantes españoles cambió para la segunda oleada, cuando llegan los republicanos traídos por el gobierno de Lázaro Cárdenas. En una década (de 1939 a 1950) arribaron 20 mil españoles a México. “Ellos no venían en busca de beneficios económicos, sino que salían de España buscando seguridad física u oportunidades que les permitieran ante todo salvarse de la represión que existía en la península, llegó gente desde catedrática hasta obreros especializados” (Clara E. Lida).
A partir del año 2010, arriba la llamada tercera oleada de inmigrantes españoles a México, según el Instituto Nacional de Migración informó que en el primer semestre de 2012 mil 31 españoles solicitaron el documento FM3, que es el requisito para poder trabajar en territorio azteca, y en un periodo de cuatro años el número se ha incrementado a 7 mil 630, aunque la cifra podría ser mayor ya que no existe un conteo de los que están como turistas y que se quedan a trabajar; lo representa las oportunidades laborales que se abren para los españoles en México, como sucedió en la primera oleada de emigrantes (de 1880 a 1930).
Así se entrelazan las historias y anécdotas de las familias mexicanas y españolas que contamos con la doble nacionalidad, al contar mi padre con las dos, nos heredó a mí y mis hijos la misma doble nacionalidad mexicana y española, al permitirse esta por parte del gobierno español a raíz de los cambios constitucionales del año 2007. (Nacionalidad por Opción apartado 1, disposición adicional 7º de la Ley 52/2007).
