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Sección: Editoriales / Anecdotario

Caprichos de rico

Por: Javier Rosales 18/08/2014 | Actualizada a las 09:30h
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Ya poco aparece en las páginas de sociales

Si acaso se le detecta en el cine o en algún centro comercial de la capital tamaulipeca, dónde queda en evidencia que el paso del tiempo no perdona y que con él, se ha ensañado.

De aquel tipo alto, blanco, delgado, pero medio fornido y risueño físicamente nada queda, pero aún así uno de sus conocidos todavía se ocupa de él, de mencionar su nombre y de maltratar su reputación.

Hasta se antoja que envidia, le tiene, porque le comenta, a quien lo quiera escuchar, que la política le ha dejado buenas ganancias, aunque  su vida privada está casi destrozada, por eso va por su segundo aire.

Y es que parece que por el hecho de que él estuvo casado con una poderosa ex legisladora federal le aporta mucho material a su “camarada” para hablar.

También, se antoja que le produce resquemor que ella fue una de las más importantes funcionarias del gobierno de Felipe Calderón Hinojosa, quién hasta la envió al extranjero para que continuara con su ritmo vida de señora “popof”.

Y su cuate, al platicar de él, hasta se atropella, porque le falta saliva para enumerar las riquezas y los caprichos que tiene ese sujeto tan excéntrico, tan sofisticado.

Primero, habló de las empresas de él que han ido de mal en peor, pero que como quiera que sea tienen cierto renombre en los ejidos cercanos a la capital de Tamaulipas.

Recelo, se aprecia, en este mal amigo cuando dice que el tipo en mención posee una residencia frente a un ejido de más de una hectárea que tiene capacidad para estacionar hasta doce automóviles, en la que llama la atención una impresionante piscina color azul que tiene más curvas que una gorda de Botero.

Y, porque la conoce, narra que el interior de la residencia fue equipada con muebles, escaleras, techos y paredes fabricado todo con madera fina, lo que habla del buen gusto del dueño del inmueble, a quien califica como “presumido”.

De la alberca, con ansias la dibuja como una obra de arte que requiere de una limpieza especial a base de un robot eléctrico que es controlado a todo remoto cuando está vacía, lo que despierta la admiración de quienes han sido testigos de tan peculiar maniobra.

Y es que, eso, solo se ve en las películas de las estrellotas de Hollywood, por ello deja boca abierta a quienes acompañan al dueño de la mansión, quién, diestro, les regala una completa demostración de lo que es manejar el dedo en el control.

Pero a su camarada, lo que más le genera celo es que esa residencia cuenta con más de una docena de aparatos de aire acondicionado que todo el día están activos y por el que este señor paga solamente 2 mil 800 pesos bimestrales a la Comisión Federal de Electricidad.

De su vida personal mucho sabe, pero se le quemaban las habas para comentar que luego de que se divorció el sofisticado sujeto puso sus ojos en una poca agraciada mujer campirana, quien hoy disfruta de la buena vida, aunque no ha sido aceptada totalmente por la rancia sociedad de la capital de Tamaulipas.

Y, burlón, hasta contó una anécdota: “Un día se accionó el timbre y un sirviente abrió la puerta. Aparecieron varias personas de aspecto humilde y el sujeto que le grita a su patrón: “Señor, ya llegaron los jardineros”. De inmediato apareció la mujer del dueño y le aclaró:”Baboso, son mi padre y mis hermanos”.

Ya en el interior, el señor, muy mayor, preguntó: ¿Hija, aquí vives en este jacalote?.

Todo esto basta para demostrar que la política deja y, bien.

Y que a la política, no se le puede desligar de la palabra, “influencia”.

Porque este señor vivió, vive y paga poca luz.

Porque su nombre pesó y el de su ex, también.

En el mundillo azul que fabricó Calderón.

Correo electrónico: tecnico.lobo1@gmail.com

Javier Rosales

Columnista en Tamaulipas. Su columna Anecdotario es publicada en diversos medios de comunicación.
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