Entramos a España por territorio catalán y nos recibió Nuestra Señora de Montserrat, Patrona de Cataluña, conocida también como la virgen morena y para llegar a su santuario tuvimos que subir por el tren cremallera que es algo parecido a la montaña rusa pero en subida; llegando ya hacía hambre así que, antes del deber espiritual buscamos donde ingerir alimentos con tan buena suerte que encontramos un restaurante donde, al fin pude probar el gazpacho junto a unos pedazos de pollo y papas fritas.
Ya tarde entramos a Barcelona, localidad aun española, capital de los catalanes que aun sueñan con crear un Estado nacional autónomo; aprovechando que aun era temprano, tomamos un taxi y nos dirigimos al centro histórico donde visitamos dos plazas y la estatua de Cristóbal Colón quien aparece apuntando con el dedo hacia Las Indias cuando aún no sabía de la existencia del continente americano; la ciudad es como un gran museo y llama la atención el uso masivo de la motocicleta pues circulan en sus calles 300 mil unidades.
Al día siguiente la visita guiada y volví a embelesarme con la Catedral de la Sagrada Familia, diseñada por el legendario arquitecto catalán Antonio Gaudí quien la programó para seguirse edificando en forma indefinida como lo muestran las distintas etapas y estilos que le han impreso los distintos responsables de esa obra majestuosa que convoca diariamente a miles de turistas de todas las nacionalidades que la admiran con embeleso.
Un par de días en Barcelona y ahí vamos de nuevo a la carretera hacia Madrid pero antes pasamos a Peñíscola, una especie de pueblo mágico del mediterráneo donde está enclavado un hermoso castillo que fue digna sede de uno de los papas disidentes que tuvieron que dejar Roma; luego entramos a Valencia donde ingerimos los sagrados alimentos y por la tarde llegamos a la capital española donde visitaríamos la Puerta del Sol, las distintas sedes gubernamentales y algunos restaurantes típicos donde fuimos atendidos de maravilla.
En el marco de los festejos por los 400 años de El Greco, tuvimos que viajar a Toledo, capital de Castilla-La Mancha, donde recorrimos las callejuelas antiquísimas, visitamos las distintas edificaciones religiosas (ahí convivieron muchos años cristianos, judíos y musulmanes); estuvimos en los talleres donde elaboran las famosas espadas damasquinas para después pernoctar de nuevo en Madrid para preparar el regreso.
Luego de ver esta brevísima reseña en tres entregas de un viaje de dos semanas por seis países del viejo continente, vale preguntarse con qué nos quedamos y en lo personal debo decir que la estancia en tantos museos y sitios históricos ayuda para explicarme parte de nuestro origen; conocer las dificultades de las naciones visitadas sirve para valorar lo que tenemos en México donde los problemas son grandes pero tienen solución, algunos a largo plazo pero la tienen.
Hacer una breve oración en la Basílica de San Pedro, ante Nuestra Señora de París, frente a Nuestra Señora de Lourdes, a los pies de Nuestra Señora de Montserrat y tantos sitios místico-religiosos contribuye también a abonar la paz interior, al fortalecimiento espiritual y al mejoramiento de la autoestima; no quiero cambiar de tema sin agradecer a Clara por ser la mejor compañera de viaje que he tenido en los doce años recientes; también agradezco a todas las personas que nos atendieron durante el largo viaje haciendo su mejor esfuerzo.
Regresé a la hermosa Victoria apenas la semana pasada y esta semana la he iniciado en Santiago de Querétaro asistiendo a un Coloquio sobre Patrimonio Cultural organizado por el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) pero ya no ando de vacaciones pues vine a presentar una ponencia y cumpliendo esa tarea regreso a mis actividades cotidianas.
Este lunes tuve la suerte de asistir a dos conferencias magistrales y escuchar algunas ponencias presentadas por antropólogos, sociólogos, historiadores, arqueólogos y arquitectos de Michoacán, Guanajuato, Estado de México, Puebla, Guerrero, Yucatán y otras entidades de la república donde hay un interés sincero por clasificar, proteger y divulgar el patrimonio cultural de pueblos y ciudades.
No es casualidad que Querétaro sea sede del encuentro convocado por el INAH pues la entidad en general y esta capital en lo particular han desarrollado múltiples tareas para recuperar su patrimonio histórico y cultural constituido principalmente por las antiguas iglesias y conventos además de los edificios públicos y las plazas que, pese a su antigüedad, se encuentran en magníficas condiciones.
Estando en el centro de la república tuve oportunidad de ver el despliegue publicitario del gobierno federal a través de las cadenas nacionales de televisión para destacar las supuestas bondades de la reforma energética.
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