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Sección: Editoriales / La Ley de Herodes

Prueba y error

Por: Miguel Ángel Isidro 28/07/2014 | Actualizada a las 01:12h
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Estamos en la recta final del séptimo mes del año, y en Tamaulipas, mientras nuestra heroica burocracia se regodea en el letargo del periodo vacacional de verano, sigue avanzando el calendario en rumbo a la inevitable ruta electoral 2015-2016.

Y es que a estas alturas, para dentro de un año, ya se sabrán los resultados de la elección intermedia de 2015, primera evaluación electoral de la administración federal en funciones.

En el estado de Tamaulipas, particularmente, persiste la expectativa por saber cuáles serán los tiempos, pero sobre todo los modos mediante los cuales operará la definición de las candidaturas a diputaciones federales, sobre todo porque en esta ocasión, flota en el ambiente la incógnita acerca del papel que en este juego desempeñarán el Presidente Peña Nieto y sus operadores políticos.

Por un lado, hay quienes aseguran que en las entidades con gobiernos emanados del PRI, el poder central tomará en consideración “la opinión” de los grupos y corrientes políticas en la localidad.

Sin embargo, también hay quienes consideran que siguiendo con la línea de  pragmatismo que ha caracterizado a la presente administración federal, el “fiel de la balanza” no se andará por las ramas y hará valer todo el poder de Los Pinos para orientar estas decisiones.

Para el proyecto presidencial, esta elección no es poca cosa. Como ya lo anotamos, se trata de su primera evaluación ante el electorado, y por otra parte, para el seguimiento  de sus proyectos estratégicos, resulta de vital importancia amarrar una significativa mayoría en los espacios del Poder Legislativo federal.

Lo cierto es que a estas alturas del partido, en el terreno local, dentro del PRI ya existen varios personajes operando en búsqueda de sus respectivas aspiraciones a ser postulados como candidat@s a diputaciones federales; algunos de ellos dicen tener “permiso” expreso de la oficina número uno de Ciudad Victoria para los efectos.

Como se recordará, en la ruta electoral del periodo 2012-2013, en Tamaulipas se vivió una situación hasta ese tiempo inédita: aparentemente todos los actores interesados en ser postulados a una candidatura por el PRI obtuvieron “permiso” del jefe político del estado para “moverse y dejarse ver” en la etapa previa a la definición de las candidaturas, tanto en el caso de la elección federal como de la local.

Aparentemente, lo que esta desaforada estrategia pretendía era que los espacios naturales de la opinión pública estuvieran permanentemente ocupados por los “probables” candidatos del PRI.  Esto generó ciertamente una especie de euforia en la clase política, que veía con asombro el ir y venir de aspirantes y “suspirantes”.

Como se recordará, esta estrategia tuvo su punto culminante en la etapa previa a la elección local de 2013, donde se registró una auténtica estampida de aspirantes a alcaldías y diputaciones locales. En su momento, todos los personajes en cuestión relataban una historia similar: solicitaron una audiencia con el gobernador Egidio Torre Cantú, quien en términos generales daba al entrevistado su anuencia para hacer públicas sus aspiraciones y esperar hasta que “el partido” tomara la decisión.

Hubo casos muy sonados, como el de Matamoros, donde se llegaron a pronunciar cerca de una treintena de personajes como “interesados” por contender por la alcaldía en la elección de julio de 2013. Algunos de ellos se movían con discreción, pero otros tantos se la tomaron tan en serio que comenzaron a crear auténticos equipos de campaña, y de paso, generar compromisos y promesas de futuro que rebasaban con mucho sus posibilidades políticas reales.

Los resultados de estas dinámicas ya son ampliamente conocidos. La elección federal de 2012 representó severas derrotas para la causa del PRI, y en 2013, se resintió la pérdida de importantes alcaldías como Nuevo Laredo y Matamoros, amén de una considerable merma de curules en el congreso local.

Una de las lecturas a dicho resultado es que, lejos de beneficiar a la causa del PRI, el alentar desmesuradamente las expectativas de la clase política solamente generó una mayor división al interior del otrora “partido aplanadora”. Los aspirantes no favorecidos se sintieron engañados, y su venganza consistió en conminar a sus huestes a hacer el vacío electoral en el momento más importante: El “Día D”.

La pregunta obligada es: ¿se retomará la “estrategia” de soltar desmesuradamente a la bufalada? ¿De qué manera se dejará sentir la presencia del CEN tricolor en el delicado escenario de las designaciones? ¿Imperará la institucionalidad o nuevamente se resentirán mermas por la presencia de aspirantes despechados?

Otro aspecto que se debe considerar, es que en esta nueva ruta electoral, la 2015-2016, el proyecto político local nuevamente será sometido a examen por los electores. Y que ahora, no habrá posibilidad de adoptar la postura arrogante de echarle la culpa “al centro” de los malos resultados que se pudieran presentar. ¿O se atreverán a hacerlo?

El reloj político sigue su marcha. Y probablemente, en el laboratorio político del PRI tamaulipeco lo estén pasando por alto, pero, en términos reales, ya no hay tiempo para experimentos de “prueba y error”.

Veremos y comentaremos.

Por el momento es todo. Agradezco sus comentarios y le espero mañana, en este mismo espacio.

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