Grande fue mi sorpresa al entrar a mi recamara y verte ahí recostado en mi cama, como si nada hubiera sucedido, cómo si quisieras que olvidara los corajes que me has hecho pasar.
¿Cómo entraste?, no lo sé, cómo tampoco supe en otro tiempo como te metiste en mi casa, cómo te convertiste en parte de mi vida, cómo comencé a quererte y tolerarte todas tus locuras.
A pesar de que te veías hermoso te pedí que te fueras y que no quería que regresaras a mi recamara nunca más , te incorporaste lentamente, en silencio, tus ojos fijos en mi como queriendo convencerme, casi lo logras, inspirabas tanta ternura que estuve a punto de pedirte que no te fueras.
Al salir volteabas, me mirabas, con paso presuroso te alejabas, las escaleras bajabas, con todo lo que te quiero porque, por solitarios días y desveladas noches has sido mi compañero, no quise que quedara rastro de tu presencia en mi cama.
Las sabanas que aún estaban tibias las cambie presurosa, encendí extractor, aromatice, no quería que en el ambiente se sintiera tu presencia y que ni un solo pelo tuyo quedara sobre mi cama.
Te quiero pero ya no estoy dispuesta a soportarte tantos caprichos, que cada vez que se te antoje entres a mi espacio, aún recuerdo que te di de beber y de mi mano aprendiste a comer, qué conmigo aprendiste a correr.
Quienes te conocen dicen que eres un macho hermoso, educado, que tu piel, tus músculos y tu mirada llaman la atención, y yo que te siento mío solo siento emoción.
Él es una fiera, el muchacho que como tigre acecha para defender lo que es suyo, es fiel pero irresponsable e irrespetuoso y por esa razón no estoy dispuesta a que regrese y nuevamente revuelva mis sabanas y duerma en mi cama.
Es un hijo de su perra madre, lo es, estoy segura de ello y por lo tanto tampoco crea que es un insulto, de quien le hablamos es de Hércules, un perro boxes atigrado, hijo de perra, así se llama su madre.
Hércules es un consentido, es un perro que se siente humano, no le gusta estar solo, le encanta salir a pasear, no le agrada comer croquetas solas, le desagrada el calor y en el clima siempre quiere estar.
Se llama Hércules pero de cariño se le dice muchacho, él es parte de la familia, de nuestras vidas, algunos fines de semana y vacaciones se ha convertido en mi compañía, a veces creo que es más obediente y fiel que muchos seres humanos.
Muchacho es amo y señor de la casa, la recorre de arriba abajo, pero a mi recamara sabe no debe entrar y menos en la cama dormitar.
Esa fue la razón de mi sorpresa al encontrarlo echado en mi cama, más porque un día antes fue regañado por destrozar zapatos, y estaba ahí, como si no hubiera pasado nada, con sus ojos de ternura que ya no sabía si reír o llorar por el desorden.
Debemos cuidar, amar y respetar a nuestras mascotas, ellas sienten, entienden ,los perros tienen sentido de pertenencia, son fieles y capaces de defenderte, pero también se les tiene que marcar limites, acostumbrarlos a respetar espacios.