Triste final tendrán aquellas que envejecieron cumpliendo caprichos, satisfaciendo antojos, sirviendo de distracción a quien se puso frente a ellas porque aun cuando los que vivieron momentos intensos, noches de desvelo y placer son igual, o más viejos, las mandaran al diablo.
Muchas veces ellas fueron la única compañía, con la que rieron, lloraron y vivieron noches de placer, aun así son maltratadas, golpeadas, y ahora hasta insultadas porque ya no reaccionan rápidamente a los deseos de quienes las poseen.
Claro que en un tiempo fueron admiradas, deseadas, tanto que se gastaron quincenas y ahorros para poseerlas, hoy son despreciadas, están viejas, muy usadas, dirán muchos y aunque unas no pasan de 15 años ya dieron lo que tenían que dar o por los menos sus malagradecidos poseedores dicen que ya no están buenas, que se volvieron anticuadas y no dan buen servicio, que no pueden competir con las más jóvenes, planas, de figura estilizada y delgada, que se entregan sin inhibiciones a cambio de un poco más de dinero.
No cabe duda que los tiempos cambian, hoy las nuevas son más audaces, responden al tacto y las viejas tendrán que dejar su espacio sabedoras de que todo por servir se acaba y acaba por no servir.
La pregunta es, ¿a dónde irán todas ellas?, y es que son tantas que no habrá espacio para albergarlas a todas, seguramente escondijos clandestinos serán su refugio y muchas deambularan por las calles, dormirán en los basureros, servirán de descanso de animales.
El final de aquellas que por mucho tiempo dieron diversión y emoción será triste porque están condenadas al abandono, todos querrán desecharlas y nadie las reclamara, bueno, hasta la ley está en su contra, quiere que no estén a la vista, los legisladores que tanto las utilizaron ahora se atreven a llamarlas viejas, anticuadas, feas, y le dan la bienvenida a las nuevas, bellas y modernas.
No, no sea mal pensado, no le hablamos de chicas vendedoras de amor, esas que señalan como malas pero que muchos hombres aseguran son muy buenas, de lo que le platicamos es de las televisiones analógicas que después del apagón tendrán que ser remplazadas por modernas y funcionales pantallas digitales.
Es que con la reforma en telecomunicaciones, las televisiones analógicas pasaran a ser parte del pasado, su lugar será ocupado por las pantallas digitales más modernas y funcionales.
Pero, ¿habrá suficientes depósitos de chatarra electrónica para albergar a tanta televisión? ¿tendrán las autoridades un plan de acción para retirarlas sin que se conviertan en un problema ecológico y de salud?, no lo creo.
Lo más probable es que los tiraderos o rellenos sanitarios se saturen con basura electrónica, y ese también será otro inconveniente porque los confinamientos de desechos se verán saturados y tendrán menos años de utilidad.
La realidad es que hasta en los hogares más humildes se cuenta cuando menos con dos televisiones, entonces, imagine usted cuando estas dejen de funcionar la infinidad de basura electrónica que se generará, seguramente serán tiraderos muchos solares baldíos, u ocuparán rincones de los hogares donde no tendrán beneficio.
Los avances tecnológicos nos alcanzan, eso es bueno, pero mejor sería que las autoridades estuvieran listas con un esquema para contrarrestar los impactos negativos, y la verdad no se ve que estén preparadas para asumir el costo ambiental que generara el apagón analógico y el cambio de televisiones.
Es obvio que se tendrán problemas de confinación y será peor daño al ecosistema y riesgos para la salud, no solo por los materiales dañinos sino porque el cumulo de televisiones viejas servirá de refugio de alimañas y les encargo el aumento de casos de dengue y otras enfermedades toxicas o de la piel.
La situación es que pronto todos abandonaran a sus viejas feas y anticuadas, las cambiaran por nuevas, delgadas, estilizadas y modernas, televisiones, claro está, los problemas que se tengan posteriores ya será otro cantar.
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