Después del conflicto de 1968 el Estado Mexicano entendió el mensaje: en 1970 la matrícula nacional en educación superior era de 252 mil estudiantes y para 1979 ya era de 760 mil. Es decir aumentó casi el 200 por ciento.
No me malinterprete respetado lector, no necesitamos una matanza como la de Tlaltelolco para que se pongan las pilas nuestras autoridades, pero si es momento ya de una revolución pacífica. No fue suficiente la Reforma Educativa, que más bien fue una revuelta administrativa, que bastante falta le hacía al país por cierto, pasando por la aniquilación de la disque maestra Gordillo. Insistimos, tenemos que hacer mucho más para acabar con ese terrible embudo, donde muchos van a la primaria y pocos consiguen un título universitario. No se diga los privilegiados que logran una maestría o un doctorado.
El pasado domingo fue un día de gran alegría para una de cada diez familias, con chavos adolescentes, que querían seguir sus estudios. Sólo un chavo de cada decena sonrió y volteó hacia el futuro. 9 de cada decena lloró, truncó su futuro, fracasó, se deprimió y difícilmente se recuperará del golpe: no pudo entrar a la UNAM.
Y atención, la mayor parte de esos rechazados sí tiene capacidades, sí posee los conocimiento suficientes, y tiene las herramientas necesarias; el problema es que su país, el nuestro pues, carece de la infraestructura.
La inequidad en México es un problema terrible; el acceso y aprendizaje de los alumnos siguen siendo determinados por su origen socio económico y procedencia geográfica. La baja calidad y escasez de opciones educativas para los más pobres hacen del sistema educativo un reproductor de las desigualdades sociales.
Algunos datos que ofrece el Banco Interamericano de Desarrollo: el sistema educativo mexicano es el tercero en dimensión en América y el número 11 a nivel mundial; por su composición demográfica, México ha debido hacer un esfuerzo mayor que en otras naciones para atender a la población en edad escolar; en 60 años, México ha aumentado la escolaridad promedio de su población en casi 7 años; no obstante la tarea titánica, aún hay más de 3 millones de niños y jóvenes entre los 3 y los 17 años fuera del sistema y más de 5 millones entre los 17 y 29 años con rezago educativo.
En el nivel de la Educación Media Superior, México presenta un rezago importante y su crecimiento en este nivel en los últimos 30 años ha sido más lento que el de otros países; el sistema educativo es muy desigual: los niños y jóvenes que no asisten a la escuela, se concentran en las zonas de más alta marginación y en los quintales más bajos de ingreso.
México invierte por alumno de educación básica un menor porcentaje del PIB per cápita que el promedio de los países de la OCDE, aunque por alumno de educación superior invierte más, pero sin buenos resultados; la proporción del gasto que se asigna a pagos de maestros y personal administrativo es mucho más alta de la del promedio de países de la OCDE.
Ya es momento de que le apostemos a nuestras universidades públicas federales; a las universidades públicas estatales; al sistema de educación tecnológica; a las universidades tecnológicas públicas; a las universidades politécnicas públicas; a las universidades públicas interculturales; a las instituciones de educación superior particulares; a las instituciones de formación docente y obviamente a la investigación en todas ellas.
Claro, el constituyente permanente tiene que hacer un gran esfuerzo para destinar más recursos a las IES (instituciones de educación superior) y obviamente el titular del Ejecutivo, a través de la Secretaría de Hacienda, enviar un presupuesto de egresos cargado a la enseñanza y apostándole a millones de chavos que en breve se integrarían al mercado laboral, formando parte del círculo virtuoso de la economía.
Efectivamente, destinar más dinero al rubro educativo, le quita lana a otros importantísimos asuntos nacionales, pero ya es momento de cambiar la República. Insistimos, la única manera es la educación superior: quien tiene el privilegio de pasar por las aulas universitarias se transforma, se convierte en una mejor persona y logrará crecer en todos los sentidos.
Ante la tragedia que están viviendo en 9 de cada 10 domicilios, donde viven adolescentes capaces, es momento que en la residencia de Los Pinos, en las oficinas de República de Argentina, en los despachos de Avenida Universidad 3000, en los cubículos de Canal de Miramontes 3855, en los privados de la avenida Luis Enrique Erro, Zacatenco, en las 500 curules de la avenida Congreso de la Unión 66, en los 128 escaños de avenida Paseo de la Reforma 135 y en cada uno de los campi universitarios en el país, se tomen las decisiones coordinadas necesarias para que la apuesta sea la Educación Superior.
*Periodista, editor y radiodifusor
@GustavoRenteria
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