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Peña: Sin la fuerza de Uruchurtu…

Por: Eleazar Ávila 21/07/2014 | Actualizada a las 22:15h
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Cada que hablamos de los capitalinos tenemos que poner en perspectiva lo que dijera en su Compendio de Historia el potosino Jesús Silva Herzog, quien como académico expresó una de las verdades más terribles para la política que se hace desde el Distrito Federal.

En todas las etapas de la historia nacional, los habitantes del Distrito Federal y su clase política dormían con las banderas de conservadores y liberales (en sus distintas versiones), para no equivocarse y apoyar al triunfador en turno. Es decir, no se arriesgaron, no se la jugaron, fueron comodinos, convenencieros y más expresiones que posiblemente les siguen hasta nuestros días.

De manera muy concreta, el célebre político afirmaba lo que hoy es pregunta vigente. De dónde fueron los hombres que realizaron los principales cambios del país.  En su mayoría, tamaulipecos, michoacanos, oaxaqueños, sonorenses, regios, hidalguenses, veracruzanos pero del Distrito Federal… realmente pocos.

Las décadas se suman y no vemos por dónde la templanza se recupere. Todo lo contrario, las administraciones del Distrito Federal siguen gozando de todas las subvenciones que Usted se imagine. Todos los apoyos están en la capital del país y por ello, es que hoy se pagan los costos con una sociedad que piensa que todo se lo merecen y gratis. Todo.

No somos peyorativos, solo estamos poniendo en primer plano la manera en que las autoridades federales y de la capital manejan la realidad que ahora mismo les ha explotado en la cara. Todos los perdones, todos respaldos son pocos para esta zona metropolitana que agoniza y como en Nocturno a Rosario, Miguel Ángel Mancera como un “dios”.

Tiene la autoridad, pero no la voluntad que hace lustros se perdió entre las piernas y el caminar de sus habitantes. Zona de manifestaciones, de improductividad, de estorbos a la vida nacional, zona de soberbia no garantizada por las acciones.

No hablamos en balde. ¿Cuánto hace que la ciudad capital tuvo al último regente no payaso? Acaso Rosario Robles que en aras del aplauso fácil transfirió la de zona rosa a zona roja con todo tipo de libertades sexuales. Hasta creen que nos referimos a Andrés Manuel López Obrador y sus segundos pisos de polvorón o al ornato en Paseo de la Reforma.

Menos Marcelo Ebrard y sus negocios con el transporte público y sus compañías personales rentadas. Ni como anotar a Cuauhtémoc Cárdenas y sus famélicos argumentos o su nostalgia familiar. Y así la lista sigue… ¿Fernando Casas, Alfonso Corona del Rosal, Octavio Senties, Carlos Hank, Ramón Aguirre, Manuel Camacho y sus frustraciones, Manuel Aguilera y Oscar Espinoza?

Si se fijaron nos brincamos a uno. A Don Ernesto Uruchurtu Peralta, para variar sonorense, de los que no le bufaron al ejercicio del poder y si bien, eran otros tiempos, sin las locuras del Partido de la Revolución Democrática; este personaje nos llama mucho la atención por la energía que impuso al abandonado desarrollo estructural del distrito.

Si no tiene quien se lo platique, al menos ingrese a Wikipedia, la enciclopedia de los pobres donde se lee por qué Uruchurto era apodado  el "Regente de Hierro". Era tiempos sin redes sociales, sin derechos humanos mal entendidos, era una etapa en que la palabra valía tanto como el dinero.

Este administrador, se lee: “Combatió a favor de la reordenación del Distrito Federal, estableciendo Leyes y Reglamentos para regular los usos del suelo, el ordenamiento urbano, la protección del medio ambiente, el fortalecimiento y ordenamiento del transporte público -principalmente eléctrico y no contaminante- y atacó constantemente la invasión de predios,   se reguló y combatió la prostitución”.

Revisen los trazos de las principales avenidas del DF hasta antes de esta etapa y verán a qué nos referimos. El DF necesitaba de orden y de ejercicio pleno del derecho para el bien común como cuando se amplió  la Avenida Insurgentes Norte desde Villalongín hasta Indios Verdes.

Hoy lamentablemente las cosas están al revés. La menor protesta, el menor grito, el más simple alboroto ata de manos a las autoridades. Puede más hoy el clientelismo que el bien de la mayoría de los ciudadanos. Increíble que a nadie se le ocurra la descentralización del sector privado de la zona metropolitana.

Ni a Peña, menos a Mancera y sus antecesores se les ha ocurrido hacer al menos un planteamiento en ese sentido.  Total, que reviente, que su vida estará muy lejos de ahí.

Del cuarto piso.- Y todos listos para las vacaciones, cuídense y déjense cuidar.

OTROSI:  Y a propósito de socialistoides mal entendidos El vicio inherente al capitalismo es el desigual reparto de bienes. La virtud inherente al socialismo es el equitativo reparto de miseria. Eso es lo que decía el célebre Winston Churchill.

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Eleazar Ávila

Columnista en varios medios de Tamaulipas y el país.
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