Indignante resulta, sin lugar a dudas, la noticia aparecida en prácticamente todos los medios nacionales este fin de semana, y que explica que los miembros del Senado de la República han dispuesto la eliminación del subsidio a tarifas de energía eléctrica.
De un plumazo, este grupo de privilegiados que cobran muchos miles de pesos sin devengarlos han afectado a más del 97 por ciento de la población, -específicamente, el 98.7 por ciento de los usuarios residenciales- siendo la parte más afectada la de la zona norte del país, donde vivimos con temperaturas superiores a los 40 grados en temporada de verano.
No tienen una idea de lo que es pagar un recibo de luz que viene por más de dos o tres mil pesos, producto de la necesidad de poder siquiera descansar por las noches con una temperatura aceptable.
No tienen idea, en verdad, ese grupo de vividores del presupuesto, lo que es levantarse para ganar un salario apenas suficiente para enfrentar los gastos de educación y manutención de nuestros hijos.
Los “elegidos por Dios” tendrán el privilegio de considerar quienes podrían ser sujetos a un subsidio, es decir: ellos determinarán quienes son los más pobres, y a quienes podrá beneficiar un subsidio humanamente necesario. apostamos doble contra sencillo que en esas listas estarán sus parientes ricos y millonarios, como sucede con los Procampos y otros créditos blandos que otorga el gobierno federal y que siempre tienen como beneficiarios a gente que no necesita subsidio alguno.
Esta caterva de mexicanos insensibles y poco congruentes con las necesidades de más de 120 millones de mexicanos han decidido que las temperaturas que vivimos en Tamaulipas no son peligrosas para la salud y no necesitamos subsidio de energía en la época en que el planeta nos juega malas pasadas gracias a la descomposición que le hemos regalado a través de los siglos.
Inhumanos e insensibles, están buenos para pelear entre sí; los Corderos, los Gil y los de todos colores se han mostrado como lo que realmente percibimos los mexicanos: un pequeño grupo de vividores del presupuesto, insensibles, ignorantes y faltos de conocimiento de cómo vivimos prácticamente todos los mexicanos.
Ellos, como son, viajan en camionetas de súper lujo con clima y gasolina a discreción; con guardias y vehículos blindados y comen en restaurantes de lujo, mientras que el 98.7 por ciento de los usuarios de CFE tendremos que ver la manera de que nos rinda el dinero para alcanzar el pago de tarifa eléctrica.
Han decidido estos poco inteligentes, pollinos y deshumanizados individuos que las secretarías de Hacienda, Energía y Desarrollo Social evaluarán si es que el sol nos quema igual a los pobres que a los ricos, si el sol afecta la piel en forma diferente a los que salimos a trabajar o a practicar algún deporte al aire libre que a los que lo hacen en gimnasios con clima y aparatos nuevos.
El artículo 116 dice que el objetivo es “coadyuvar con el suministro eléctrico adecuado y oportuno a precios asequibles, en zonas rurales y zonas urbanas marginadas para grupos de usuarios del suministro básico en condiciones económicas de vulnerabilidad”.
¿Quién les dijo que no nos afectan las temperaturas actuales? Seguramente no tienen una maldita idea de lo que es atravesar una calle caminando, o lo que es tener que construir, recorrer, trabajar en general, en condiciones que no son humanas.
Este grupo de pseudo mexicanos debiera ser expatriado, mandarlos a un sitio de nuestra querida Ciudad Victoria, para que sepan lo que es dormir con un abanico de oferta en tienda de autoservicio, o lo que es tener que sentarse en la sala de casa sin más refresco que una sección del diario del día, que funge como abanico, porque ya ni los cartones nos sirven.
Es donde la CNTE y esos grupos rebeldes debieran protestar. Indignados, hasta la médula, y suponemos que todos lo estamos.
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