Escuche con suma atención las palabras de Mauricio Merino, conferencia magistral que impartió en el Centro de Gestión del Conocimiento de la UAT; a cada palabras, mas cuando hizo referencia al gobernador, me acorde de la cantante Gloria Trevi, la del pelo suelto y de que Brincan los Borregos: una revista cultural la invito a un congreso, le explicaron de la trascendencia de sus palabra y ella pregunto: ¿estará el Presidente de la Republica?
Su explicación fue muy sencilla: es necesario que los mensajes los escuchen aquellos que toman las decisiones. Las palabras de Merino debieron escucharlas, por ejemplo, Gilda Cavazos, la Contralora; Víctor Salman, el Auditor Superior y Jorge Abrego, el Secretario de Administración, como mínimo. Si, para que entendieran la dinámica y la importancia para la democracia de los archivos, de la rendición de cuentas, de la contabilidad gubernamental, entre otras cosas.
Cuando se tiene la oportunidad de escuchar a investigadores de la talla de Mauricio Merino, cuyos conocimientos y experiencias son indiscutible, dos emociones encontradas se apoderan de mi: 1) la enorme satisfacción de tener la oportunidad de ser receptor de palabas, ideas y reflexiones brillantes, claras y sencillas, que obvio, tienen un impacto en nuestras ideas; 2) una enorme desazón porque, esa claridad de pensamiento, nos lleva a comprender porque estamos mal en lo económico, lo social, lo político y preguntarnos: ¿algún día cambiaran las cosas?
Merino estuvo en Victoria para cerrar el ciclo de conferencias que, año tras año, organiza el ITAIT, como parte de su chamba de crear cultura y conciencia sobre el acceso y la transparencia de la información. Merino hablo sobre la “Transparencia y rendición de cuentas”. Hablo de tres ideas principales: 1) La democracia, que no se practica en el ejercicio del poder; 2) Que hay 3 graves consecuencias de ello; y, 3) La necesidad de construir un Sistema de Rendición de Cuentas.
Resumen: hay procesos democráticos razonablemente limpios; pero en el ejercicio del poder no hay democracia; la decisión en políticas públicas son capturadas por los poderes facticos (¿reformas del telecom?); no hay confianza de los ciudadanos hacia las instituciones públicas y, paradójico, 2/3 no tienen confianza ni con las personas que los rodean; la corrupción es parte del sistema…no se elimina con detener al corrupto, solo con la “rendición de cuentas”.
Los datos que aporto Mauricio Merino no dejan lugar a dudas, al menos en cuestión de rendición de cuentas: el 32% son dictámenes limpios, es decir, las cuentas son correctas; el 39% tienen condiciones salvables, es decir, que hay alguna irregularidad que se puede corregir; en tanto que el resto, de plano, es tanta la irregularidad, que la evidencia de la corrupción es innegable. En pocas palabras: de la función pública, en eso de rendición de cuentas, solo un tercio es correcto; el resto, obvio, es evidencia de la corrupción.
Merino utilizo la expresión “Gobierno Discapacitado” para describir lo que sucede. No hay ejercicio democrático del poder; no hay integración de los órganos garantes de la rendición de cuentas, no hay, afirmo, ni siquiera la vocación, el servicio, de hacer bien las cosas: ni siquiera archivos, es decir, que todo servidor público documente cada decisión que tome o cada acción que realice… y es que, en pleno siglo XXI, aun se practica el borrón y cuenta nueva: el que llega, inicia de cero, porque ni archivo le dejan.
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