Y su discurso levanto polvo y dejo a unos paralizados, pero a otros con un visible gesto de satisfacción que no podían ocultar.
Ya se esperaba y así fue, César Camacho Quiroz vino a Tamaulipas a tirar línea, con lo que hizo rodar por el suelo los sueños de unos y a despertar más a otros que son cartas fuertes para suceder a Egidio Torre Cantú en la gubernatura en el 2016.
En apenas un párrafo que intercaló en su complicado discurso, el líder nacional del PRI dijo: “El presidente Peña Nieto ha involucrado a distinguidos tamaulipecos en su gabinete. Con ellos va el PRI”.
Aquí y en China, eso significa que el próximo candidato del tricolor a la gubernatura de Tamaulipas vendrá de México y son cuatro los prospectos que la dirigencia nacional del PRI ve con posibilidades reales, uno de ellos muy, muy cercano Enrique Peña Nieto.
Y allí, en el Polyforum “Rodolfo Torre Cantú”, de Ciudad Victoria, estaban presentes los cuatro y frente a Camacho Quiroz, quien los miraba sonriente, juguetón, como midiendo la reacción que generaría sus palabras entre los más de 2 mil priístas que se concentraron en el lugar. La respuesta fue un sonoro aplauso y, después, la cara de sorpresa de muchos.
Si, allí destacaban la figura de una mujer y de tres hombres, cuyo apelativo ya han sido manoseado por la prensa y que a partir de hoy sonaran con más intensidad, como consecuencia de la “Cesarseñal”.
Son, ellos, Mercedes del Carmen Guillen Vicente, Baltazar Hinojosa Ochoa, Marco Antonio Bernal y, Alejandro Guevara Cobos, el Coordinador de Giras del Presidente de México.
De Mercedes, se notó en ese lugar a una mujer renuente a aceptar sus aspiraciones, a esquivar sin gracia las preguntas de los reporteros que solo buscan la nota.
De Baltazar, se apreció a un personaje en el que físicamente son visibles los estragos de un problema neurológico –padece el síndrome de Guillian Barre- y quién también prefiere mejor hablar de su trabajo en Aserca que de política, que es el plato del día.
A un Marco Antonio, al que se le vio serio, como extraviado, ignorado por los priístas tamaulipecos, tal vez por el hecho de que solo pisa este terruño cuando algún ingenuo lo incluye en la lista de gobernables y a quien, por cierto, los años ya le están cobrando la factura.
Y a un Alejandro, a quién se le percibió activo, saludador, sonriente y vivaracho, que son actitudes naturales de alguien que aún puede presumir con orgullo su edad.
A propósito de Alejandro, rompió plaza en el Polyforum, porque entre besos, abrazos y de posar para la fotografía con los amigos, tardó más de 40 minutos en recorrer la entrada del inmueble hasta su asiento, donde siguió repartiendo saludos entre todos aquellos que ya lo visualizan como candidato del PRI a la gubernatura.
A su paso, fueron muchos los comentarios de los priístas, como alguien que dijo “Ese es el bueno”, y otros, que murmuraban que “Tamaulipas requiere ya urgente de sangre nueva”.
Fue, Alejandro, de los cuatro personajes radicados en el Distrito Federal, el más asediado por los priístas, por los integrantes del gabinete estatal, por los alcaldes de Tamaulipas y, por sus viejos amigos que están en la banca y que lo ven con cara de esperanza.
Por cierto en entrevista con la prensa local, Alejandro fue cuestionado sobre la salud del presidente: “A las 6 de la mañana corrimos 15 kilómetros diarios y es muy aficionado a las carreras, lo que por obvia razón produce un cambio físico. En México tenemos a un presidente atleta”, les contestó a los reporteros.
Palabras más, palabras menos, esto fue lo que decoró a ese evento priísta que presidió Camacho Quiroz, un político que dejo la víbora chillando.
Con su muy peculiar “Césarseñal”.
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