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Sección: Editoriales / Entre Nos

La libertad de expresión tiene límites

Por: Carlos Santamaría 24/04/2014 | Actualizada a las 13:40h
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Nada agradable resulta para los mexicanos ver los espectáculos que se suscitan en torno a la aprobación de nuevas leyes y la forma en que se pretende coartar la libertad de expresión, consagrada en la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos.

Vemos en la pantalla televisiva a senadores de todos los partidos expresando sus opiniones sobre lo que ha causado una serie de reacciones acerca de la pretensión de limitar mensajes a través de la llamada “red de redes”: leemos a diario comentarios buenos y malos sobre las administraciones municipales, estatales y federal, así como de temas diversos. El querer censurar lo que la gente piensa habla muy mal de quienes pretenden cerrar la boca de la ciudadanía.

Hay que recordar que los mexicanos, como cualquier otro ciudadano del mundo, han externado su opinión, de acuerdo a lo que vivimos cada quien, sobre cualquier tema: económico, ecológico, social, médico y demás. Hay inconformidades fundamentadas en algo congruente, así como otras que son más con el corazón que con la razón.

No coincidimos con los grupos de manifestantes que llegan, insultan, golpean, exigen y gritan, avientan palos y piedras, lesionan a ciudadanos que se encargan del orden  -policías, soldados y demás-, que luego son detenidos y en menos de dos horas son liberados.

¿Dónde está el orden y la ley?

Entendemos que haya opiniones contrarias a lo que se pretende legislar, pero insistimos: para ello estarán nuestros representantes populares, habrá manifestaciones enérgicas, pero la violencia nunca se justificará, y eso lo entendemos como personas pensantes, o que tratamos de serlo.

No aceptamos el cerrojo en las redes sociales, no aceptamos que no nos dejen expresarnos con el miedo a las represalias que están a la orden del día, mucho menos, aceptamos el que nos quieran coartar el decir que no nos gusta tal o cual cosa que hagan nuestras autoridades, nuestros líderes religiosos, deportivos o sociales.

Tenemos el derecho a inconformarnos, aunque cada vez es menor, porque sufrimos consecuencias muy lamentables.

México está siendo señalado en el contexto mundial como una nación que tiene decisiones poco acertadas para la población.

Ya las políticas tributarias nos han llevado a ser víctimas de una persecución fiscal sin precedentes que solamente se lleva a cabo en causantes menores, es decir, a los poderosos no se les toca. A los miembros de las administraciones no se les exigen declaraciones fiscales, o nunca hemos visto una declaración de un presidente o gobernador, y también son ciudadanos que ganan dinero.

Ahora, ¿no podremos hablar ni externar nuestra opinión?

Censuramos la iniciativa que pretende “cerrar el pico” al pájaro de Twiter o a la red de Facebook entre otras; no aceptamos lo anterior. Ya suficiente tenemos con la censura que vivimos a diario y que nos orilla a tomar acciones que van contra nuestros principios.

México es una gran nación y tiene un gran potencial, y merece buenas decisiones oficiales que nos beneficien.

Un ejemplo es el grave error de la COFEPRIS respecto a las etiquetas nutricionales que han sido motivo de debate y completo silencio por parte de la autoridad federal, y que daña gravemente la salud de más de 100 millones de mexicanos.

Tenemos derecho a externar nuestra opinión, o de otra manera, habrá que cambiar los planes de estudio del país desde nivel preescolar hasta nivel superior, para crear mexicanos tranquilos, sumisos y obedientes, capaces de aplaudir lo que se diga o haga, y sin razón o causa que nos permita pensar u opinar.

Dejemos las escuelas y sus proyectos de fomento a la investigación y pongamos un chip a cada uno de los mexicanos, para que no pensemos como entes individuales, sino como nos programen.

Comentarios: entrenos@prodigy.net.mx

Carlos David Santamaría Ochoa,

(México, D.F., 1957) Licenciado en Relaciones Públicas, Maestro en Trabajo Social y maestro en Comunicación; Doctor en Comunicación y Periodismo por la Universidad de Santiago de Compostela (Galicia, España). Diplomado en periodismo y en locución ( U.A.T.) Periodista desde el año de 1979.

Jefe de fotografía del periódico El Heraldo de México (1979).

Ha colaborado en los diarios locales El Mercurio de Tamaulipas, El Diario de Ciudad Victoria, La Verdad de Tamaulipas y en revistas como Poste Restante, A quien Corresponda, entre otras. Fue corresponsal del diario El Nacional, de la revista Época de México y de radio grupo ACIR. Fotógrafo profesional desde el año de 1978.

Fue jefe de prensa del Instituto Estatal Electoral en Tamaulipas y del Hospital General de Ciudad Victoria. Actualmente se desempeña como profesor de periodismo y fotografía en la licenciatura en Ciencias de la comunicación, en la Universidad Autónoma de Tamaulipas, donde también colabora como investigador.

Es presidente de Vive con Diabetes, A.C., dirige y conduce el programa de radio Al Día en Radio UAT.

Recientemente publicó su primer libro: Diario del Camino, Unidos por la Diabetes.
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