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Sección: Editoriales / Vida diaria

Me dolió tu presencia…

Por: Rosa Elena González 11/04/2014 | Actualizada a las 22:12h
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Durante tres meses me acosté contigo, fuiste mi compañero inseparable, gradualmente te fuiste apoderando de mí, todos los días sentía tu presencia y cada noche te apoderabas de mí, me arrebatabas el sueño, no me dejabas descansar ni un momento.


La aurora me sorprendía contigo, cansada, adolorida, ojerosa con la almohada de testigo que no había posición que no intentara esperando me acomodara, que recorrí la cama de norte a sur después de tu llegada.


Les platicaba a mis amigas de ti, de lo que me hacías sentir, ellas me aconsejaban que pusiera fin, que te apartara para siempre de mi antes de que fuera demasiado tarde porque algo como tú sólo causa daño, lágrimas y mucho dolor.


Cada noche invadías mi espacio, no me dejabas dormir, sentía la fuerza de tu llegada dejándome sin voluntad, por las madrugadas me hacías llorar de dolor y poco a poco te comencé a odiar.


Te convertiste en sufrimiento que al precio que fuera y aunque me doliera el momento de tu partida deseaba arrancarte de tajo mi vida, una noche ya no pude soportarte… y te confieso… las píldoras ya no funcionaron, era el momento de encontrar urgentemente quien te apartara de mi lado, sabía que tenía que encontrar al hombre que me regresaría la calma y me ayudara a olvidar el dolor de tu presencia.


No estaba dispuesta a seguirme yendo todas las noches contigo a la cama, era más la molestia que me dabas que para lo que realmente funcionabas, ya no soportaba tu presencia, la última noche que pasé contigo no deje de pensar en el hombre que me arrancaría tu recuerdo, las horas pasaban lentamente, casi de madrugada le llamaba sin importarme que  su esposa se molestara.


Nunca esperé tan animosa el amanecer para correr a encontrarme con el hombre que no dejaría de ti ni el recuerdo, sabía que me echaría en cara el permitirte quedarte conmigo, porque sé y bien que sé que yo soy la única culpable por no poner fin a tiempo, por soportarte cada noche, dejar que me robaras el sueño, el aliento, la calma y el sosiego.


Era mucha mi urgencia por encontrarme con ese hombre de manos mágicas y palabras de aliento que te arrancaría de mi vida y con el tiempo sólo serías un doloroso recuerdo, pero CARLOS sabiendo mi necesidad se daba a desear.


Por fin, una llamada que me indicaba la hora del deseado rencuentro, que me decía que estaría libre para mí, que atendería mi necesidad, que pondría todo su esmero para hacerme olvidarte, sin pensarlo corrí a encontrarme con el hombre que cambiara el dolor por placer.


El encuentro fue intenso, él se esmeró, no tengo queja, es un maestro, sabe hacer las cosas bien, aunque minutos más tarde me dijo que ya nada podía hacer por mí, que otro hombre sería el que me ayudaría a matar tu recuerdo.


Más tarde apareció MARCO ANTONIO, me miró fijamente y me pidió me despojara de mis miedos, que me recostara y en sus manos me abandoné, vi su mirada fija en mi boca, observaba cada movimiento de mis labios, sentí sus manos en mi rostro y mis ojos cerré.

Dos días tardó para arrancarte de raíz, para liberarme de tu presencia, maldito dolor de muela me hiciste sufrir, te fuiste y regreso la calma, la tranquilidad de mis noches, ahora comer es un placer porque tu no estas maldita pulpitis, por eso mi agradecimiento a mi dentista CARLOS VOGEL y al cirujano MARCO A.BORREGO los hombres que te apartaron para siempre de mi lado.

Es Licenciada en Relaciones Públicas. Ha colaborado con editoriales en El Mercurio. Fue jefa de Prensa en Ciudad Victoria y ocupó la jefatura del Departamento de Difusión y Comunicación Social de la Comapa.

Además ha colaborado en distintas campañas políticas.

Actualmente su columna Vida Diaria se publica en el Portal HOYTamaulipas y los periódicos La Verdad de Tamaulipas, Expreso, La Extra, La Voz de Tula, El Tiempo de Mante y Astronoticias
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