Hace ya algunos años, el cine vio una película que, en su título nos mostraba lo que podría pasar a una sociedad sin lo que más le ayuda. “Un día sin mexicanos” retrata la realidad norteamericana en el sentido de que, los ilegales y esas personas que a diario son discriminadas e inclusive asesinadas son tan necesarios para ellos como el aire que respiran.
No nos tragamos el cuento de que las autoridades del vecino país del norte no pueden detectar a los miles de indocumentados, por ejemplo, que laboran en granjas y empresas; con la contratación de este tipo de personas los dueños de factorías y demás ahorran una impresionante cantidad de dólares: no se pagan impuestos por ellos y además, se les remunera fuera de la ley, con cantidades irrisorias que no alcanzan legalmente a cubrir lo que debieran.
Hay historias de granjeros que subcontratan a ilegales con salarios muy bajos, y cuando les deben algunas semanas de salarios llaman a las autoridades migratorias para que los echen: se ahorran el pago de sueldos en una actitud totalmente inhumana y fuera de todo sentido de justicia.
Si los mexicanos y esa gente que trabaja arduamente a diario no estuvieran dentro del esquema económico de los Estados Unidos, vendría un tremendo caos.
Pues bien, nos acordamos de la cinta porque Teléfonos de México tuvo a bien fallar durante el sábado y hasta mediodía del domingo al menos, dejarnos sin ser vicio tanto de telefonía como de Internet.
Incomunicados en casa, en cama, con una serie de necesidades comunicativas que cubrir, y Telmex no respondió a los que hemos hecho ricos a sus dueños.
Dicen algunos que se trató de una ruptura en las líneas por consecuencia de las obras de ampliación de la calle Juan B. Tijerina o el ocho, para los victorenses. Se habla que una máquina rompió la línea física que nos da el servicio.
Será lo que sea, pero hemos estado sin Internet desde hace más de 36 horas, con lo que implica para quienes parte de nuestro trabajo lo realizamos a través de la llamada red de redes.
Y pensamos en todas esas personas que se levantan buscando en Facebook o Twiter su amanecer, sus saludos o lo que venga en gana: esos que no pueden vivir desconectados y cuando hay una falla sienten que la vida se les va a través de un Smartphone o una computadora portátil.
Nos hemos vuelto tan dependientes de esta opción de comunicación que no se concibe a los muchachos caminar sin estar consultando sus redes sociales, o a esas irresponsables personas que manejan con una mano y contestan con la otra.
Sería grave, pero ya nos pasó.
Y usted llama a Telmex, a sus teléfonos de reporte y contesta un robot, es decir, grabaciones que nos mandan opciones y opciones al por mayor.
No hay un ser humano que nos resuelva o escuche: solo gabaciones y, sinceramente, nos parece ina burla de la empresa para con sus afiliadis lo que acontece.
Simplemente, nos quedamos sin servicio de comunicación en todos sentidos.
El día en que nos dejen sin redes a la sociedad en que vivimos, vendrá un tremendo caos en todos los sitios y ambientes, porque hemos hecho de éstos un modo de vida, lo que no es precisamente lo mejor que pudiéramos haber hecho.
Dos reflexiones sobre esta falta de respuesta de Telmex: la primera, que no estamos preparados para asumir un rol cotidiano sin redes sociales, porque hemos hecho de él una terrible dependencia, y el segundo: nos apena y disgusta la nula respuesta de la compañía que ofrece el servicio a los mexicanos en su mayoría.
Una máquina nunca será opción para los seres humanos: deshumanizados, en automático y además, sin capacidad de respuesta.
Es lo que hay, pues.
Comentarios: entrenos@prodigy.net.mx