Somos curiosos: hay una serie de acciones de toda índole que nos afectan en cuestiones de salud, sin embargo, estamos necios en seguir haciéndolas, afectándonos directamente, pero también nos quejamos de no encontrar ese bienestar al que estamos llamados a alcanzar para vivir en plenitud.
Los problemas de obesidad y sedentarismo están a la orden del día, y con ellos, se destapa en forma multitudinaria una serie de enfermedades, algunas, crónico degenerativas como la diabetes o la hipertensión, que nos están llevando a tener problemas serios que afectan la calidad de vida.
Y en ese sentido, tenemos una gran oportunidad para informarnos: a través de las llamadas “redes sociales2 tenemos una gama de conocimientos y opciones de toda índole; existen las páginas de grupos y asociaciones que nos ayudan a tener la información requerida.
Hoy en día no tenemos pretexto para argumentar falta de información: la hay de todo tipo y para todo nivel socio cultural.
Se ha diversificado también la medicina y tenemos especialistas de todo tipo. Los nutriólogos estarán más disponibles que antes, dado que tenemos ya una escuela dentro de la Universidad Autónoma de Tamaulipas donde se aprende y practica esta profesión.
La verdad, es que somos un poco resistentes a aceptar estos cambios en los hábitos cotidianos. Dicen los que saben que el consumo de agua en forma abundante nos ayuda muchísimo en varios aspectos de salud. La medida en que comamos será también fundamental para poder vivir mejor.
Y los alimentos… ese gran problema de lo que comemos; entendemos que las costumbres nos llevan a los taquitos, gorditas, sopes, troles y demás antojos que, no es que sean malos, pero el abuso de ellos es el que provoca los problemas de sobrepeso e inclusive algunos más severos como es el caso del incremento de niveles de colesterol o triglicéridos –o ambos- y por consecuencia, problemas de otro tipo que pueden desencadenar inclusive en aspectos cardiovasculares –infartos y demás- que cambian radicalmente nuestro estilo de vida.
Hay que hacer algo por recuperar la salud: en primera instancia, sugerimos a cada uno de nosotros visualizarnos sanos, completos y enteros física y mentalmente: vernos a futuro sin los achaques que nos afectan y que ocupan mucho de nuestros pensamientos.
No somos eso, tenemos que aprender a vivir en forma sana e íntegra.
Luego, no hay que dejar todo a la mente, porque sino actuamos, difícilmente habrá resultados.
Hay quien pide con una tremenda fe a Dios que nos ayude a recuperar la salud.
En ese sentido, hay que ayudar a Dios haciendo la parte que nos corresponde, que es fundamental para que lo que visualizamos antes tenga positivos resultados.
Con verdadera urgencia hay que entender que la salud no se recupera cuando se pierde, no en su totalidad, y que lo que padezcamos puede dejarnos secuelas que luego no hay forma de revertir.
Dicen algunos nutriólogos o terapeutas: “ponte la pila”, explicando que si no actuamos en forma inmediata, los resultados no serán positivos. Es necesario acercarnos a la gente que sabe de salud y que nos digan cómo incorporar acciones benéficas para todos.
La salud, créalo, es el mayor de los tesoros, y cuando se pierde no se vuelve a vivir de la misma manera.
Qué nos cuesta: hay que atendernos, pedir a los que viven con nosotros que nos permitan ser mejores y aprender , aprender a vivir decorosamente.
Vida sana es igual a cuerpo sano, y esto nos permite vivir en plenitud. Es tiempo de hacer caso al organismo, entender lo que el cuerpo requiere… y dárselo, que buena falta le hace.
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