El nuevo reglamento de tránsito en Victoria ha dado mucho de qué hablar: hay aspectos que ciertos grupos sociales consideran se debieron contemplar, pero otros han quedado al margen de las necesidades ciudadanas.
Antes, se había cuestionado la legalidad del que se suponía contemplaba las observaciones que hay que tener como conductores y demás. Hoy, se ha cuestionado, por ejemplo, el hecho de que alguien conduzca un vehículo con alguien que venga con algunas copas de más.
Padres de familia consideran que es injusto, porque hay quienes permiten que sus hijos vayan a convivios donde se bebe alcohol, y los padres, en un afán de proteger a sus hijos, van por ellos a la salida. Ahora cuestionan la viabilidad de un reglamento que les puede infraccionas por el hecho de que quieran proteger a sus herederos.
Hay aspectos que, pensamos, se deben observar y hacer una real y verdadera consulta entre los que vivimos en la entidad. Queremos un reglamento acorde a las necesidades de los victorenses.
Sin embargo, es necesario para exigir, tener que hacer lo que nos corresponde: el hecho de circular sin la licencia correspondiente nos hace acreedores a una sanción administrativa; pensamos que nadie debe hacerlo sin el documento correspondiente.
Y también cuestionamos el hecho de que, con todo lo que acontece en la entidad, se puede circular con placas con hasta más de diez años de antigüedad, sin haber visto siquiera la legalidad de los vehículos de referencia.
Todos sabemos que aquí impera la inobservancia a la ley de tránsito, y cientos –o miles- de vehículos circulan sin placas, con matrícula extranjera, poniendo de manifiesto la ilegal estancia en el país del mueble, o simplemente sin cumplir con las obligaciones legales y fiscales.
Es cuando hay que apretar, suponemos, porque si queremos vvir en un lugar donde se exija a la autoridad, tenemos que ser congruentes.
El problema de los vehículos ilegales es mayúsculo, pero no hemos siquiera escuchado que se hagan campañas para exigir que quien maneja cumpla con las leyes, lo que nos parece debiera ser premisa fundamental de la autoridad.
Imagine el lector si hay algún accidente con un vehículo que no tiene matrícula o certificada su estancia legal en el estado, qué nos garantiza que responderán.
Otro aspecto que, a ciencia cierta no sabemos si se considera, es la obligatoriedad de que circulemos con seguro de daños a terceros al menos, y que no se permita circular sin este vital requisito.
No nos gusta ver a los elementos de tránsito en bolulevares cuando en las escuelas se presentan decenas de infractores a diario y que, con el pretexto de que “Voy a recoger al niño, no tardo mas que un momento”, muchos victorenses hacen alarde de una ilegal actitud.
La intención de actualizar las leyes es magnífica, entendemos y apoyamos desde nuestro lugar como ciudadanos, pero sí queremos que se hagan leyes congruentes con las necesidades actuales de todos, y por otra parte, que se cumpla con los requisitos que como ciudadanos debemos observar.
También pensamos que el asunto de los vidrios polarizados, o se aplica a todos o a nadie, porque todos tenemos el mismo riesgo, derecho y consideración para hacerlo o no.
No podemos exigir al Ayuntamiento y sus autoridades si no cumplimos.
Porque somos bien curiosos: pedimos que cumplan, pero queremos flexibilidad para con nosotros.
Pensamos en aquella frase: “o todos coludos, o todos rabones”.
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