En el Partido Revolucionario Institucional (PRI), alistan, ahora sí, el ungimiento de su nuevo presidente. Se prevé que el humo blanco salga allá por la primera semana de diciembre. De acuerdo al protocolo tricolor, serán los delegados, reunidos en asamblea, los que definirán quien de los suyos tomará las riendas del instituto político.
Esta vez, sin embargo, los priistas tendrán que sentarse a analizar muy bien la decisión que vayan a tomar. No se pueden seguir equivocando como lo han hecho en los últimos años.
Si quieren evitar más descalabros en las urnas, como el más reciente ocurrido en julio pasado, tendrán que asegurarse de que quien sea su nuevo dirigente tenga realmente el respaldo de las bases. El PRI necesita un líder carismático, inteligente, empático con la militancia y que cuente con presencia dentro de la sociedad.
El PRI requiere un verdadero líder nato. Dirigir al partido cualquiera lo puede hacer, tenga o no atributos para ello. En cambio, un líder debe contar con perfil que pocos tienen pero de los que seguramente habrá varios dentro de las filas tricolores.
Solamente un líder podrá sacar al tricolor del pantano en que está sumido desde hace varios años. Hoy más que nunca el partido requerirá de un presidente con plena solvencia moral hacia dentro y fuera del instituto político.
¿Por qué hoy más que nunca? Sencillito: porque en estos momentos el resentimiento social contra el PRI es enorme luego de las reformas en materia fiscal que recientemente se aprobaron en el Congreso de la Unión.
Pero en entidades como la nuestra, el sentimiento de molestia contra el tricolor es aún mayor por el tema de la homologación del IVA en los municipios fronterizos. Haber elevado el impuesto del 11 al 16 por ciento para dejarlo igual que en el resto del país, es una factura que posiblemente muchos ciudadanos querrán cobras en las urnas.
Además, hay que sumarle el hecho de que en las filas enemigas, en el Partido Acción Nacional, traen la confianza por las nubes porque andan convencidos realmente de que en la elección del 2016 lograrán su máxima hazaña en un proceso local.
De hecho, si en estos momentos se celebrara una elección, indudablemente que el PRI sería el gran perdedor. La sociedad de hoy no perdona agravios y más cuando le pegan en el bolsillo como lo han hecho con la reforma fiscal.
Por eso la urgencia de un líder al frente de los destinos del PRI. Los tricolores necesitan de alguien capaz de evitar que el electorado les vaya a dar la espalda en la próxima elección del 2015.
El PRI no se puede arriesgar a seguir en picada porque en el 2016 estará en juego la gubernatura del estado, la integración del Congreso y los 43 ayuntamientos.
Por eso, el que sea el “elegido” tendrá que dar resultados a corto plazo. Si no es así, le estará allanando el camino al Partido Acción Nacional (PAN), para hacer historia grande en Tamaulipas.
ASI ANDAN LAS COSAS.
roger_rogelio@hotmail.com
