Como ciudadanos nos la pasamos exigiéndole a la autoridad que apure el paso en el combate a la inseguridad. Reclamamos resultados de corto plazo, y ante el fracaso lo primero que hacemos es repartir culpas asignándole su parte a cada uno de los tres órdenes de Gobierno: el municipal, estatal y federal.
Pero ¿Y nosotros como jefes de familia no tenemos culpa? Desde luego que la repuesta es un “Si” contundente. Si hacemos un ejercicio de reflexión, con plena objetividad, no tenemos de otra más que admitir que gran parte del problema de inseguridad pública es de nosotros mismos.
Desde siempre hemos creído que la solución a la delincuencia es una responsabilidad absoluta del Gobierno. Damos por hecho que para eso están las autoridades, para detener y encarcelar a los delincuentes. Hasta nos inflamos para decir que “para eso les pagamos”.
Pero, la verdad es que el origen del problema de la inseguridad pública y la solución misma está en nuestras familias. Si como padres no somos capaces de inculcarle a nuestros hijos, principios y valores fundamentales para todo ser humano, estaremos abonando para que en un futuro esos niños o niñas terminen delinquiendo.
Si no nos damos el tiempo para orientar a nuestros hijos, explicándoles que la sociedad se rige por leyes que todos debemos respetar, si no nos preocupamos por indagar el tipo de amistades que tienen y los lugares que frecuentan, estamos abonando para que cuando menos lo esperemos esos muchachos terminen en el delito.
Ayer lo decía el Procurador General de Justicia del Estado, Ismael Quintanilla Acosta, cuando se refería a la incidencia de secuestros en la entidad: “Hay mucha gente joven, menores de edad, involucrados. Por eso hacemos un llamado a las familias, a la sociedad, a que cuidemos donde andan y con quien andan”.
“A veces los padres no se dan cuenta de que sus hijos andaban delinquiendo hasta que la autoridad se los informa” añadió.
Y tiene razón de sobra el Procurador. Es en el seno familiar donde decidimos que nuestros hijos sean personas de bien o terminen convertidos en delincuentes.
La familia es el elemento más importante para formar a las personas en la sociedad actual.
En la familia es donde se dan las oportunidades de vivir e integrar los valores y antivalores.
La familia es y sigue siendo la principal fuente en donde se deben cultivar y practicar los valores.
Por todo ello, si queremos realmente salir pronto de la zozobra, del miedo permanente en que estamos atrapados como sociedad a causa de la inseguridad pública, tenemos que asumir cada quien su parte como ciudadanos.
Es válido presionar a la autoridad para exigirle resultados, pero también es justo que nosotros cumplamos con nuestra responsabilidad en esa lucha, llevando por el camino correcto a nuestros hijos para que terminen convertidos en ciudadanos de bien.
Si todos hacemos nuestra tarea, le puedo asegurar que a la vuelta de pocos años tendremos una sociedad menos violenta y más segura. De lo contrario estaremos colaborando para seguir perpetuando la pesadilla en la que estamos atrapados.
ASI ANDAN LAS COSAS.
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